Es el sueño de la industria maderera, pero una visión horrible para
otros sectores: plantaciones masivas de eucaliptos modificados
genéticamente en Brasil, Sudáfrica, Indonesia y China, diseñados para
crecer un 40% más rápido que pueden ser usados como papel, combustible
para automóviles o gránulos para centrales eléctricas.
Esa situación está muy cerca, según asegura Stanley Hirsch, director
ejecutivo de la empresa de biotecnología israelí FuturaGene, en el
diario británico The Guardian. Afirma que lo único que falta son los permisos de los Gobiernos para cultivar los árboles comercialmente y el respaldo de los grupos de conservación.