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Mientras Nueva Escocia lidia con una de sus temporadas de incendios forestales más severas, una controvertida decisión del gobierno provincial ha pasado desapercibida: la aprobación de la fumigación aérea con glifosato en 1470 hectáreas de bosque asolado por la sequía y propenso a incendios. Esta medida no solo pone en riesgo la salud humana y los ecosistemas, sino que también exacerba los mismos incendios forestales que afirma mitigar.
El glifosato, el ingrediente activo de los herbicidas, se vende bajo varias marcas, siendo Roundup la más reconocida y utilizada en el hogar y en la agricultura, mientras que VisionMax es el nombre principal del producto del herbicida glifosato que se rocía en los bosques de Nueva Escocia.
El glifosato no es ajeno al escrutinio. Clasificado como "probablemente cancerígeno para los humanos" por la Organización Mundial de la Salud, se ha vinculado con cánceres, daño hepático y daños reproductivos en estudios que abarcan décadas. Sin embargo, más allá de su legado tóxico, el papel del glifosato en el agravamiento del riesgo de incendios forestales es un claro ejemplo de cómo los intereses industriales a corto plazo prevalecen sobre la seguridad pública a largo plazo. Para las comunidades cercanas a las zonas de fumigación, la carga cancerígena se combina ahora con una mayor vulnerabilidad a los incendios.