Sin
lugar a dudas estamos asistiendo a una era radicalmente distinta en
la historia de la humanidad. Esto no es nuevo ni mucho menos, pues en
el pasado también hubo virus devastadores como la peste bubónica o
las innumerables guerras absurdas que enfrentaban a ejércitos
enteros por el color de una bandera o la soberanía de un territorio
y que costaban la vida de millones de personas. Sin embargo, la
crisis desatada por el Covid-19 es de una proporción inimaginable al
punto que las lógicas sociales y de mercado cambiarán su curso para
siempre. Escribir sobre este tema tiene una complicación adicional y
es que cada día, a cada minuto, crecen por el mundo los infectados y
fallecidos a causa del coronavirus.
Por ejemplo, al
cierre de esta redacción el mundo registra más de un millón cien
mil de infectados y más de 60.000 muertos,
tendencia que claramente irá al alza de acuerdo con las proyecciones
de instituciones como la Organización Mundial de la Salud. El país
con mayores registros es hoy Estados Unidos (con más de cuarto de
millón de casos detectados y más de 7.500 muertes), luego de las
patéticas decisiones del gobierno Trump de querer minimizar el
impacto del virus y reducir sus efectos a los de “una simple
gripa”. En un acto que castigó su soberbia e ignorancia, el
inquilino de la Casa Blanca tuvo que reconocer sus errores e hizo un
llamado a suspender los vuelos provenientes de Europa y a declarar la
emergencia nacional que se extenderá hasta el 30 de abril.