En el corazón de Corrientes, el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), junto a organizaciones rurales, impulsa una red de “guardianes de semillas” para preservar un patrimonio silencioso pero esencial: las semillas nativas y criollas.
“Las semillas nativas y criollas son aquellas que fueron producidas naturalmente por las familias campesinas a lo largo del tiempo. Por su permanente cultivo, estas semillas se fueron adaptando al suelo y al clima del lugar, adquiriendo gran resistencia a enfermedades, lo que las hace menos dependientes de insumos químicos”, explica Fredy Fleitas, técnico de INCUPO en Corrientes.
Entre ellas, destaca el maíz amarillo criollo, base de comidas tradicionales como el mbaipuy, el locro o la sopa paraguaya.
A diferencia de las nativas, las semillas híbridas son producto de cruzamientos controlados. Aunque suelen ofrecer altos rendimientos en su primera siembra, pierden calidad al resembrarse, lo que obliga a los productores a comprarlas cada temporada. Las semillas transgénicas u organismos genéticamente modificados (OGM), por otra parte, son creadas en laboratorios a partir de genes de diferentes especies, están patentadas por grandes empresas, requieren del uso de agroquímicos y su utilización implica el pago de regalías.
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