Monsanto desarrolló
un "centro de respuesta" para vigilar y desacreditar a periodistas y a
activistas, desde el cual se centró específicamente en una periodista
que escribió un libro crítico con la empresa. El conglomerado
agroquímico también investigó las actividades del cantante Neil Young y escribió un memorándum interno sobre su uso de las redes sociales y su actividad musical.
The Guardian
ha tenido acceso a documentos que demuestran que Monsanto adoptó una
estrategia en diversos frentes para perjudicar a Carey Gillam, reportera
de Reuters que investigó la relación entre un pesticida a base de glifosato producido por la empresa y el cáncer.
Monsanto, propiedad del gigante farmacéutico alemán Bayer, también
utilizó su "centro de inteligencia y respuesta" para vigilar a una
organización sin ánimo de lucro que indaga sobre cuestiones
alimentarias. Se trata de un departamento de la empresa denominado con
el mismo término que usan el FBI y otros organismos de inteligencia para
nombrar sus operaciones de vigilancia y antiterrorismo.
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