Cuando pensábamos que ya se había extinguido el rostro tenebroso del glifosato (gp), el ministro de Defensa, Dr. Carlos Holmes Trujillo, con palabras fuertes nos sorprende diciendo: todo está listo para reiniciar las fumigaciones con el benigno polvo del glifosato, para fumigar aquellas atractivas tierras, con sus llamativos cultivos de coca; que parecían brotar espontáneamente de un dulce y misterioso encanto. Ello hacía recordar aquel fabuloso negocio que decía: “Mientras Monsanto lo enferma, Bayer lo medica”. Y si el enfermo se resistía a esa medicación, sencillamente se le amenazaba con “descertificar a Colombia”. Para tranquilizar a la población alarmada, se difunde por los medios que el GP no hace ningún daño a la salud humana y, según el señor ministro, el glifosato es el herbicida más utilizado por su supuesta benignidad, siendo para él el menos tóxico y usado a dosis de 2,5 lt/ha al 1% e iniciado su uso en 1978 para “eliminar las malas hierbas” en los cultivos de arroz y soya hasta 1915, a dosis incalculables.
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