La nueva normalidad.
Las grandes farmacéuticas no viven para sustos. La operación de compra de Montsanto por Bayer une dos debilidades; no solo demandas contra efectos cancerígenos de sus productos, levantó protestas su mafiosa campaña contra opositores y críticos desvelarse los “papeles de Montsanto“. No es muy distinto de cómo Volkwagen pierde en una noche su prestigio ganado en un siglo engañando, de forma burda, a consumidores, gobierno y ciudadanos con el dieselgate. También salpica a las elites científicas.
Es digno de una análisis sociológico, si no estuvieran entretenido en tomar “posición”: a favor de unos, en contra de otros. Impera la devoción o el odio, no el análisis. Lo que no me gusta sellama “postverdad“. Los “cientificos” junto a tertulianos se sienten orgullos de sus proezas: condicionar la política. El papel de la prensa de opinión es ser contrapeso de una clase política carente de perspectiva. Los medios contribuyen a ello, acultan sus conflictos de interés, e imponen -al un ritmo frenético de “telediario”- sus “temas”. Tal es el caso de Josep Baselga que dirigía Memorial Sloan Kettering: no reveló millones de dólares que recibió de compañías de medicamentos. Un artículo de New York Times le obligó a dimitir tras lo cual paso a ser vicepresidente de AstraZeneca.
Recibe de XXVIII Premio Internacional de Catalunya de manos de su presidente en 2016 era Presidente del Comité Científico del VHIO y director médico del hospital Memorial Sloan Kettering Cáncer Center (MSKCC).
Manifestaciones contra Bayer el escándalo de Bayer.
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