Han pasado ya tres semanas desde que me despedí de una extraordinaria mujer, quien se fue del país, buscando el camino de sus sueños, de su corazón, de nuevos retos y rumbos profesionales para iniciar una nueva vida y seguir llenándonos de orgullo a todos quienes la conocemos. Seguramente, y sin ninguna duda, como lo hacen ya tantos paisanos nuestros, estará en tierras españolas, dejando el nombre de México muy en alto.
A esa mujer a la que hoy se encuentra en otro país intentando superarse, hoy ella me hace más falta que nunca. Se que la volveré a ver y que nos volveremos a encontrar, mientras tanto toca acostumbrarse a la ausencia física y comenzar a compartir desde la distancia. Es precisamente en una de esas pequeñas conversas que intentamos mantener pese a la diferencia de horario, me expresaba con sufrimiento la añoranza de tantas cosas y personas que se quedaron en su México, entre ellos, la jamas inigualable tortilla mexicana y es que una de las primeras cosas que intentó identificar a su llegada, era saber donde se encontraba el mejor lugar de Madrid para comer unos buenos tacos mexicanos.
En días pasados llegó muy temprano a mi teléfono una notificación que confirmaba la recepción correcta de una imagen que venia acompañada de varios stickers y del texto “Finalmente unos buenos tacos”. Había encontrado pues un buen lugar para comer y disfrutar de su comida favorita y la de casi todo mexicano. Sin duda me alegre por ella, pero aquella imagen colorida en su totalidad por cebolla morada y unos intentos de salsas contrastaban fuertemente con el remiendo de tortilla que las acompañaba.
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