Greenpeace lleva a cabo campañas para prevenir la 
liberación voluntaria de organismos modificados genéticamente (OMG), o 
transgénicos, al medio ambiente. Los transgénicos (plantas, animales, 
microorganismos) son organismos vivos que pueden reproducirse,  cruzarse
 y provocar daños irreversibles en la biodiversidad y los ecosistemas. 
La seguridad a largo plazo de los alimentos transgénicos para los 
humanos y los animales sigue siendo desconocida. Greenpeace no se opone a
 la utilización de transgénicos en ambientes confinados y seguros, como 
la utilización en la medicina - por ejemplo en la producción de insulina
 a partir de bacterias transgénicas. A pesar del gran potencial que 
tiene la biología molecular para entender la naturaleza y desarrollar la
 investigación médica, esto no puede ser utilizado como justificación 
para convertir el medio ambiente en un gigantesco experimento con 
intereses comerciales.
Tras 20 años los cultivos transgénicos han demostrado que son un fracaso. No son necesarios, ni la solución a ninguno de los problemas que prometían resolver.
 Incluso los han agravado. Por ejemplo, con los cultivos transgénicos 
tolerantes a herbicidas (los predominantes) el uso de glifosato, 
clasificado recientemente como “probablemente cancerígeno para los seres
 humanos” por la OMS, creció de forma exponencial y también la 
resistencia de las “malas hierbas” a este producto, dificultando las 
labores agrícolas.
Tampoco son la solución al hambre en el mundo y se ha demostrado que los cultivos transgénicos no tienen mejores rendimientos que los convencionales. El problema del hambre no es que haya falta de alimentos en el mundo sino la mala distribución.
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