En
investigaciones pasadas habíamos dado cuenta de los origenes
y distintos mecanismos de dopaje en el deporte mundial.
En esa ocasión, se mencionó que además de organizaciones como el
Comité Olímpico Internacional (COI), existían agencias
especializadas que se encargaban del control del uso de sustancias
prohibidas. Particularmente se relacionó a la World Anti-Doping
Agency (WADA) o en español, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Esta
institución fue creada en 1999 con el propósito de establecer un
código mundial respecto de aquellas sustancias que los deportistas
no podían utilizar, pues significaría una competencia desleal
frente a sus adversarios. Así pues, la
WADA (AMA) cuenta con una lista específica de sustancias y métodos
prohibidos
dentro y fuera de competición. El deber ser de la agencia es proveer
los mecanismos necesarios para evitar que deportistas de diversas
disciplinas obtengan ventaja frente a sus contrincantes o, en otras
palabras, que las justas deportivas se desarrollen en un ambiente de
equidad y justicia.
Sin
embargo, no en pocas ocasiones la WADA (AMA) ha demostrado una
diferencia de criterio frente a casos puntuales, lo cual ha
despertado suspicacia en distintos sectores deportivos y de la
prensa. Por ejemplo, a las atletas norteamericanas como las tenistas
Williams, la basquetbolista Elena Donne o la gimnasta Simone Biles,
les fue permitido participar en las olimpiadas de Río 2016, a pesar
de haber dado positivo en sustancias ilícitas. Pero no sólo eso:
las deportistas pudieron continuar con sus carreras y seguir
participando de distintas competiciones. Esta situación contrasta
con atletas de otras nacionalidades (particularmente rusos) para
quienes los controles y sanciones parecen ser mucho más severos.
El
propósito de las penalizaciones es generar un descrédito
internacional y presentar a los deportistas rusos como deshonestos.
Por esa razón, la WADA (AMA) tiene un perfil de tribunal de justicia
parcializado más que una agencia comprometida con la transparencia
en las justas olímpicas.
En
consecuencia, la
agencia antidopaje funge como un instrumento de poder político, cuyo
objetivo pareciese ser apartar y censurar a los deportistas de origen
ruso.
En efecto, la reciente sanción a la delegación de la Federación
rusa raya en lo absurdo, pues es inconcebible que por la actuación
de un puñado de atletas toda una delegación e incluso un país
completo sea apartado de las justas deportivas. Desde esa
perspectiva, si un deportista incurrió en una falla que fue
investigada y probada después de un proceso imparcial y justo, es
necesario que se imponga una sanción individual (que, dicho sea de
paso, debe ser proporcional a la de otros competidores sin distingo
de su nacionalidad), ¿pero que una nación completa sea
descalificada? Esta circunstancia realmente no tiene una explicación
más allá de ser una persecución con tintes políticos.
La
decisión de la WADA (AMA) de excluir a Rusia por cuatro años de las
grandes competiciones es un acontecimiento sin parangón en la
historia del deporte. Así las cosas, la delegación de ese país no
podrá tomar parte de las olimpiadas de Tokio 2020, ni tampoco de su
edición de invierno en Pekín 2022. Pero quizá una de las
separaciones más dolorosas será el mundial de fútbol de Qatar
2022, uno de los eventos deportivos más importantes en el mundo. La
determinación fue tomada por la agencia antidopaje, la cual concluyó
que Moscú " había alterado la información de los laboratorios
de control mediante la implantación de evidencias falsas y que había
eliminado los archivos que permitirían dar a conocer los casos de
dopaje positivo".
No obstante, los motivos de la WADA (AMA) no son del todo
esclarecedores y el argumento de no permitir la participación a toda
una delegación por la actuación de ciertos deportistas y dirigentes
no es sólido ni convincente, por ello se puede pensar más en un
complot por parte de los altos directivos de la agencia antidoping.
Empero,
la
WADA (AMA) ha manifestado que los atletas rusos que comprueben su
inocencia, podrán participar en las olimpiadas pero sin representar
a su país
(no podrán portar bandera ni escudo), y si ganan una competencia su
himno no sonará, es decir, que realizarán su actividad bajo la
bandera de “atletas neutrales”. Esto es una completa humillación
para una de las delegaciones históricas más importantes del mundo.
De hecho, la extinta Unión Soviética obtuvo varias veces el primer
lugar en el medallero general de una competición y aún se ubica en
el segundo lugar histórico sólo por debajo de los Estados Unidos.
Incluso una delegación joven como la rusa que ha disputado siete
olimpiadas (desde 1992) acumula 153 preseas doradas. Estos datos
hablan por sí solos de la gran capacidad deportiva de la Federación
rusa y cómo existen intereses oscuros que quieren apartar a estos
grandísimos atletas de la gloria, algo que hace recordar el boicot
occidental a las olimpiadas de Moscú de 1980.
Las
razones por las cuales la
WADA (AMA) decidió, arbitrariamente, suspender a los atletas rusos
se
podrían resumir en las siguientes: a) tráfico de influencias por la
lista de 23 atletas cuyos pasaportes biológicos son sospechosos; b)
la desaparición de pruebas en el laboratorio de Moscú. Según un
informe investigativo, las pruebas de doping positivo eran guardadas
como negativo en la base de datos del laboratorio antidopaje; c) el
caso de las Olimpiadas de invierno Sochi 2014, donde aparentemente la
delegación rusa contaba con un “cuarto oscuro” en el que
cambiaba las pruebas con doping por muestras “limpias”; d) la
presentación de documentos falsos por parte de la autoridad
deportiva de ese país y; e) la falsificación de datos por parte de
laboratorios en Moscú. A pesar de todo este entramado, la
delegación rusa no ha tenido la oportunidad de defenderse en un
proceso justo y todos los deportistas, sin importar su disciplina,
han tenido que cargar con un estigma que no les corresponde.
Tomando
en consideración este panorama, la autoridad antidoping debería
realizar una investigación profunda y exhaustiva para determinar qué
deportistas deben ser retirados de sus labores sin que sobre toda la
nación recaiga una absurda sanción que genera exclusión,
discriminación y una huella indeleble. En efecto, muchos atletas
rusos no tienen la culpa de lo que está sucediendo y, sin embargo,
sus carreras también se han afectado por la decisión deliberada de
la agencia antidopaje. Además de lo anterior, no debe perderse de
vista la composición de la WADA (AMA) y la influencia de los
directivos británicos y de la USADA (la agencia antidopaje de los
Estados Unidos, por sus siglas en inglés).
Hay
que recordar que justamente Gran Bretaña buscó por todos los medios
boicotear la realización de la Copa del Mundo Rusia 2018 y que el
papel de sus directivos en la WADA (AMA) fue determinante para la
sanción de la delegación rusa. Todo ello sumado a la
presión de Estados Unidos que busca limitar, a como de lugar, el
papel geopolítico de Rusia
y su permanente influencia en el mundo, pues el deporte es la
extensión de la política. Por tanto, ya se especula que la próxima
víctima de la agencia antidopaje puede ser la República Popular
China, lo que confirmaría categóricamente la influencia política
de esta agencia.
Si
la WADA (AMA) quiere presentarse como una institución “justa e
independiente” entonces es hora que comience a demostrarlo, pues
son muchos los atletas a lo largo y ancho del globo que son culpables
de doping positivo: ¿por qué sus naciones no son excluidas también
de las competiciones deportivas? En este escenario es donde se
comprueba que el criterio de evaluación de los casos de dopaje varía
sustancialmente de país a país. Mientras deportistas de
nacionalidad estadounidense o británica reciben sanciones risibles o
incluso les permiten la utilización de sustancias prohibidas bajo
criterio médico, otros deportistas son excluidos por años de las
competencias y, como en el caso de Rusia, toda la delegación es
juzgada sin derecho a la defensa.
El
epílogo de este entramado es que el caso que afecta a la Federación
rusa es un asunto político y no deportivo. Es imposible dejar de ser
suspicaz frente al hecho de que todos los jefes de la WADA (AMA)
incluido su máximo representante, Craig Reedle, son de origen
anglosajón. Es por ello que constantemente las delegaciones del
mundo se preguntan si los máximos directivos no están políticamente
agendados. No en vano, han surgido múltiples propuestas para
reformar la autoridad antidopaje. El llamado fue realizado por más
de 17 delegaciones que se encuentran inconformes con la manera en la
que la agencia antidopaje dirige las investigaciones. Además,
resulta
un claro conflicto de intereses el hecho que el actual director Craig
Reedle haya sido vicepresidente del Comité Olímpico Internacional
(COI).
Estas acusaciones dan cuenta de las complejas y parciales decisiones
que se han tomado al interior del organismo rector antidopaje.
Con todo este panorama
en mente, es necesario que se inicie un proceso consciente y continuo
para que la WADA sea reformada y casos como la exclusión de toda una
nación por la actuación de unos pocos deportistas, no se vuelva a
presentar. En todo caso, el deporte debe primar por encima de las
ambiciones políticas de unos pocos funcionarios de corbata.
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