Este 23 de mayo de 2015, millones de personas en más de 48 países se
levantaron y salieron a marchar, caminaron paso a paso, grito a grito;
son millones de indignados pidiendo una sola cosa: “¡Paren a Monsanto
ya!”. Un día como éste, en India, un campesino se suicidó por la pérdida
de sus cultivos de algodón. La dependencia del paquete tecnológico
asociado a la siembra de las semillas de Monsanto ha ocasionado
suicidios masivos.1
Esa
misma mañana, Juan rayó las paredes de la ciudad con la imagen de un
niño abrazado a su madre que utilizaba una máscara de gas con la leyenda
“No quiero morir, fuera Monsanto”. Aún mojada la pinta en Paraguay, una
mujer como tú, como yo, como tantas, con cinco meses de embarazo perdió
a su hijo 2
bajo los efectos del Roundup, nombre comercial del glifosato producido
por Monsanto. Un herbicida que tiene sus orígenes en el gas naranja
utilizado para matar de hambre y envenenar a los vietnamitas durante la
guerra de Estados Unidos contra Vietnam3,, cuya patente expiró en 2000 y, además, es altamente tóxico y no biodegradable. 4
...
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http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199273
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