El caso es que, como veremos más adelante, la mala ciencia, la pseudociencia, o la falta de evidencia al respecto de un determinado tema son utilizadas en no pocas ocasiones como motor de cambio o de “mejora” por parte de la industria alimentaria, la cual modifica su línea empresarial utilizando como “primer motor causal” las modas populares o las tendencias a pie de calle. Para los fines que en este caso se persiguen poco importa lo que la ciencia diga, lo importante es lo que piensen los consumidores que a fin de cuentas comprarán y consumirán (o dejarán de hacerlo) en base a sus creencias… ya sean atinadas o no. Tenemos muchas muestras de ello; pero en este post pretendo aportar solo el ejemplo de cuatro casos que, tal y como he puesto de manifiesto, son especialmente sangrantes en el mundo de la conspiración alimentaria: se trata del aspartamo, de los transgénicos, del bisfenol A y del gluten. Vamos allá.
jueves, 28 de mayo de 2015
Aspartamo, transgénicos, bisfenol A y gluten: la industria hace su agosto con la mala ciencia
De entrada estos cuatro elementos tienen en común que todos han sido objeto de al menos un post en este blog (ver enlace 1, enlace 2, enlace 3 y enlace 4
a modo de ejemplo, aunque hay más) y que han sido tratados porque son
temas de candente actualidad… Pero más allá de esta circunstancial
anécdota tienen bastante más en común.
El caso es que, como veremos más adelante, la mala ciencia, la pseudociencia, o la falta de evidencia al respecto de un determinado tema son utilizadas en no pocas ocasiones como motor de cambio o de “mejora” por parte de la industria alimentaria, la cual modifica su línea empresarial utilizando como “primer motor causal” las modas populares o las tendencias a pie de calle. Para los fines que en este caso se persiguen poco importa lo que la ciencia diga, lo importante es lo que piensen los consumidores que a fin de cuentas comprarán y consumirán (o dejarán de hacerlo) en base a sus creencias… ya sean atinadas o no. Tenemos muchas muestras de ello; pero en este post pretendo aportar solo el ejemplo de cuatro casos que, tal y como he puesto de manifiesto, son especialmente sangrantes en el mundo de la conspiración alimentaria: se trata del aspartamo, de los transgénicos, del bisfenol A y del gluten. Vamos allá.
El caso es que, como veremos más adelante, la mala ciencia, la pseudociencia, o la falta de evidencia al respecto de un determinado tema son utilizadas en no pocas ocasiones como motor de cambio o de “mejora” por parte de la industria alimentaria, la cual modifica su línea empresarial utilizando como “primer motor causal” las modas populares o las tendencias a pie de calle. Para los fines que en este caso se persiguen poco importa lo que la ciencia diga, lo importante es lo que piensen los consumidores que a fin de cuentas comprarán y consumirán (o dejarán de hacerlo) en base a sus creencias… ya sean atinadas o no. Tenemos muchas muestras de ello; pero en este post pretendo aportar solo el ejemplo de cuatro casos que, tal y como he puesto de manifiesto, son especialmente sangrantes en el mundo de la conspiración alimentaria: se trata del aspartamo, de los transgénicos, del bisfenol A y del gluten. Vamos allá.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario