Se
confirmó lo que desde hace varios meses ya habíamos pronosticado:
Ucrania
se convirtió en el Estado Satélite de la Casa Blanca.
Desde las épocas de Petro Poroshenko, Kiev había dado un giro
completo en su política exterior, alejándose de Rusia y olvidando
los lazos históricos que los emparentan. De hecho, Ucrania comenzó
a acercarse a la OTAN y de paso, Estados Unidos, emprendió una
agresiva campaña para inmiscuirse en los asuntos de Europa del este.
Con la elección de Volodomyr Zelensky en la cabeza del ejecutivo, se
pensó que la situación podría cambiar, pero no sucedió. De hecho,
el presidente del que nada se esperaba, nada está haciendo. Por el
contrario, el comediante se está graduando de títere por cuenta de
su homólogo, el magnate-presidente, Donald Trump. Lo que complejiza
la situación es que la relación Trump-Zelensky puede traer
profundas consecuencias en el ámbito de la política internacional.
Todo
comenzó con la transcripción de una llamada telefónica
mantenida por ambos mandatarios el pasado 25 de julio. En ella Trump
le pedía (o le ordenaba, mejor sea dicho) a Zelensky que promoviera
una
investigación por presunta corrupción
en contra del hijo del candidato demócrata Joseph Biden quien
trabajó en ese país en la industria del gas. El objetivo del
magnate era crear un ambiente enrarecido de cara a los comicios del
próximo año en donde Biden suena fuerte para llevarse la ficha
demócrata. Sin embargo, el tiro le salió por la culata a Trump,
pues no sólo el mundo entero vio su salida en falso, sino que se
inició un juicio político en su contra que podría, eventualmente,
llevarlo a la destitución. No obstante, será complicado que el
proceso surta efecto, toda vez que el Senado es controlado por
mayoría republicana y se necesitarían que al menos veinte senadores
voten a favor del impeachment
en
contra de su presidente. Sin embargo, en política nada está
escrito.
Como
si se tratara de uno de los chistes a los que tiene acostumbrada a su
audiencia, el presidente Zelensky aseguró que “nadie me presionó”,
en referencia a su aparente obligación de llevar a cabo una
investigación en contra de Joseph Biden y aunque ambos mandatarios
buscaron minimizar el acontecimiento, ya el daño está producido. El
presidente-comediante quiere aparentar ser un "participante
involuntario en una tormenta política estadounidense",
pero la realidad es que demostró que lo suyo es el servilismo a
occidente y particularmente a las órdenes de la Casa Blanca.
Zelensky es una pieza clave en el posicionamiento estratégico de las
potencias occidentales en Europa del este y no pudieron encontrar un
mandatario más útil a sus intereses: popular, inexperto y
obediente.
Ucrania,
sin embargo, tiene una posición vital para los intereses de los
países más poderosos del hemisferio. Ubicada en las costas de los
mares Negro y de Azov y su cercanía con otras potencias medias como
Turquía, hacen de Ucrania una zona clave para la estabilidad de
Eurasia. Con respecto a Estados Unidos, Ucrania representa una
"fantasía
geopolítica que le permite soñar con acercarse a las fronteras de
Rusia en Europa, es un elemento clave para arrinconar a Moscú y
sacarla del tablero europeo".
Desde esta perspectiva, más allá del escándalo político que
tendrá que sortear Donald Trump, la famosa llamada prueba una vez
más que las ambiciones del Pentágono están puestas sobre el
control del país que les abre la puerta al este de Europa. Y así
Zelensky se esfuerce por negar lo inocultable, es claro que su
gobierno será el punto de inflexión para la entrada de Ucrania a la
Unión Europea y la OTAN, ambos peligros para la seguridad del
continente y del mundo.
Ahora
bien, la característica fundamental de la política exterior en la
era Trump se basa en debilitar el multilateralismo mientras se
fortalece el bilateralismo asimétrico como se muestra en estas
circunstancias donde "Estados
Unidos perdería un actor que debe entrar a reforzar la Unión
Europea para que Rusia no se aproveche".
Dicho de otra manera, el magnate-presidente busca tener,
desperdigados por el mundo, vasallos que sigan sus órdenes sin el
más mínimo asomo de duda. Ejemplos como Iván Duque en Colombia,
Emanuel Macron en Francia y ahora Volodomyr Zelensky en Ucrania, dan
cuenta de esta perspectiva asimétrica en las relaciones
diplomáticas. No en vano, los casos de Kim Jong-un en Corea del
Norte o Vladimir Putin en Rusia demuestran el fracaso de Trump por
imponer su visión estrecha del mundo. El gran peligro que corre el
oriente de Europa pasa por la inestabilidad que surgirá luego de que
Zelensky entregue a su país con el propósito de “salvarlo” de
un quiebre económico.
Con
relación a lo anterior, todo lo que menciona el presidente ucraniano
lo incrimina más. De acuerdo con sus palabras y luego de ser
cuestionado sobre la influencia ejercida por Trump, manifestó que
"no
puede presionarme. Soy el Presidente de un país soberano. La venta
de misiles anticarro de Estados Unidos no es un agradecimiento por la
investigación del caso Joe Biden".
Esto quiere decir, por su puesto, todo lo contrario. La ayuda que ha
estado recibiendo el país eslavo está y continuará estándolo,
condicionada con la información de inteligencia que Ucrania le
brinde a la Casa Blanca. Todo ello demuestra, además, la poca
capacidad de liderazgo e independencia que tiene Zelensky y augura un
futuro político plagado de dependencia y falta absoluta de criterio.
Según
el comediante-presidente, la Constitución de su país no le otorga
al jefe de Estado competencias para indicar al fiscal general ni a
ninguna otra instancia si investigar o no un caso particular. Sin
embargo, no sería extraño que todo el aparato investigativo ya esté
puesto en servicio de la campaña de desprestigio contra Joe Biden y
su hijo. Si bien el deber ser de toda democracia es servir a la
población y proteger sus derechos, es claro que Trump ha encontrado
al perfecto idiota útil que le servirá como un investigador privado
de cara a cumplir con sus ambiciones. Por su puesto, tendrá que
esperar a que la tormenta política desatada en su país amaine un
poco para luego disfrutar de los resultados de su presión e
influencia. Hoy en día el presidente de Ucrania está preso en su
propio país pues no tiene margen de maniobra, toda vez que poco más
del 75% del PIB de la nación está hipotecado en deudas y sus
entradas se resumen en la ayuda “humanitaria” que reciben de
bancos occidentales que tienen capital alemán y estadounidense.
Mientras
el juicio político en contra del presidente Trump continúa, se han
conocido nuevos testimonios de funcionarios de inteligencia del país
norteamericano que aseguran que el magnate estuvo detrás de la
presión a Zelensky y que es muy probable que exista manipulación
política para cumplir con sus objetivos. Dos agentes de inteligencia
representados por el abogado Marz Zaid han asegurado que Trump
recurrentemente forzaba a su homólogo ucraniano para que iniciara
las investigaciones al líder demócrata. Estas declaraciones se
suman a las graves acusaciones que han recaído sobre Trump y
Zelensky y muestran una vez más que no hay nada de “inocente” o
“accidental” en este caso. Es claro que el magnate-presidente se
aprovechó de la inexperiencia de su par para forzarlo a realizar una
investigación ilegal so pretexto de acabar o recortar la ayuda a
través de cooperación y comercio que mantienen Estados Unidos y
Ucrania.
El
escándalo puso en evidencia la falta de preparación de Volodomyr
Zelensky para asumir un cargo tan importante en el mundo político.
Su única experiencia pública fue interpretar al presidente de la
nación en la serie Servidor
del pueblo
y es todo. Por esa razón, su
ausencia de experticia puede cobrarle factura
y en los próximos años de su mandato puede seguir siendo manoseado
por los líderes occidentales, repletos de ambición. El
comediante-presidente creyó que dirigir a uno de los países más
importantes del mundo eslavo sería similar a la novelada historia
televisiva, pero es más que evidente que se equivocó. En cada
declaración y acto público demuestra su total falta de preparación
y el caso Trump lo deja muy mal parado ante la opinión pública que
lo ha comenzado a acusar de vender la soberanía de su país.
Con
todo, la conversación Trump-Zelensky provocó un revuelo en el mundo
occidental. Por una parte, el mandatario norteamericano ha estado en
el ojo del huracán a causa del inicio de un juicio político en su
contra que podría terminar en su destitución, algo que según
analistas resulta complicado de avizorar. Sin embargo, la
conversación telefónica mostró que la política internacional de
Trump tiene un estilo de bilateralismo asimétrico, esto es, una
relación fundamentada en la supremacía de la nación norteamericana
que busca Estados-vasallos más que socios estratégicos. La
inexperiencia de Volodomyr Zelensky le ha jugado una mala pasada pues
ha accedido a realizar una investigación ilegal en un espíritu de
“cooperación” servil. Si bien el juicio político contra el
presidente Trump es difícil de llevar a término, la situación
envía un mensaje a propósito de la traición de la nación
norteamericana como lo ha denunciado el partido demócrata. Por su
parte, Zelensky demostró ser un mandatario sin criterio y se hunde
cada vez más cuando intenta negar lo sucedido. Quizá esta situación
sirva para cambiar nuestro apelativo de comediante-presidente al de
presidente-títere.
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