Los
virus son simplemente moléculas que se preocupan únicamente de
reproducirse en gran manera y lo más rápido posible. Lo que nos
distingue a los seres vivos de dichos virus es una función de
relación: necesitamos una sociedad en la cual participar y
compartir. Ahora bien, si subimos en la escala biológica,
encontramos que la diferencia entre una plaga y nosotros los humanos
está ligada a una función de arraigo: cuidar de un país que nos
protege como individuos.
Los
virus acompañan al hombre desde sus comienzos como homo sapiens.
Comencemos con una leyenda narrada por Walter
Ledermann:
Hace
unos veinte mil años, un hechicero cro-magnon regresaba de un retiro
de tres días en el monte, donde había estado recolectando yerbas
mágicas, cuando le informaron que uno de los hombres había llegado
enfermo después de una larga jornada. Seguro de su poder curativo
-la ignorancia hace audaces a los médicos- se recubrió con su
vestimenta de venado y fue a verlo. Apartó el cuero que tapaba la
entrada de la caverna e iluminó al enfermo con su antorcha. De
inmediato dio un respingo, retrocedió espantado, ordenó levantar el
campamento y huir hacia un incierto fin en medio de la noche. En la
pustulosa cara del enfermo había reconocido la viruela -o alguna
peste similar de la época- cuya horrorosa imagen había recibido a
través de los relatos sucesivos de su padre y de su abuelo, y sabía
que la muerte era inevitable.
Esta
ha sido siempre la primera humana reacción a las terribles
pandemias: pánico. Un miedo súbito, extraordinario, que oscurece la
razón. Al pánico sigue la huida, como consecuencia ineludible.
Repasemos
la historia
de las grandes epidemias que
ha sufrido la humanidad:
Fue
Tucídides, padre de la geografía política, el primer hombre en
documentar de manera detallada la primera epidemia (enfermedad
que afecta a un determinado grupo humano en un ámbito temporal
concreto), la cual sucedió en Atenas por allá en el año 430 A.C.
Provino de Etiopía, parece que era una especie de fiebre tifoidea,
dejando un saldo estimado de 100.000 a 300.000 muertos, entre ellos
el inolvidable Pericles, facilitando el triunfo de Esparta, asestando
un golpe mortal a la hegemonía de Atenas sobre la antigua Grecia y
con efectos devastadores sobre el destino de dicha civilización.
A
la llamada peste de Atenas siguieron muchas otras con iguales efectos
adversos sobre los diferentes imperios:
Como
Grecia, en el siglo II Roma también tuvo su gran plaga, en tiempos
de Marco Aurelio, quien además fue una de sus insignes víctimas. La
peste antonina – llamada así por el propio emperador, que
pertenecía a la familia de los antoninos – fue devastadora en la
capital, Roma, y se extendió por toda Italia llegando incluso a las
Galias. La peste causaba ardor en los ojos y en la boca, sed y
abrasamiento interior, fetidez en el aliento, piel enrojecida, tos
violenta, gangrenas, delirios y muerte a los nueve días. No sobra
recordar que este fue el principio del fin del imperio romano.
El
imperio bizantino también tuvo su peste: El emperador Justiniano
padeció una terrible plaga que pudo originarse en Egipto, según la
describe Procopio y que comenzaba por una fiebre súbita, seguida de
hinchazones en las axilas, los muslos y detrás de las orejas. La
llamada peste justiniana, fue terriblemente letal, mató a más de
600.000 personas, a razón de unas 10.000 al día y marcó el
comienzo del final de la hegemonía de Constantinopla frente a godos
y árabes.
No
olvidemos la más famosa de todas, la peste bubónica ó peste
negra,
la primera
pandemia
(epidemia
que afecta a un área mucho mayor, ya sea un continente o incluso el
planeta entero como en el caso actual) de la Edad Media, que asoló
todo el continente europeo desde mediados del siglo XIV. Llegó desde
Asia a través de los comerciantes italianos que seguían la ruta de
la seda, su letalidad fue terrible, en algunas zonas alcanzó a los
dos tercios de la población y generó una gran despoblación que
afectó principalmente al campo, significando el comienzo del fin del
sistema feudal al alterar la oferta de alimentos y tierras.
En menor escala, pero igualmente destructiva, fue la epidemia de tifus que afectó al ejército de Napoleón en su campaña de invasión a Rusia, planteando el inicio de la destrucción del imperio francés.
Cómo vimos, una y otra vez las epidemias han marcado el ocaso de imperios a través de los siglos, por ello podemos concluir sin temor a equivocarnos que la actual pandemia, marcará el inicio del colapso del imperio norteamericano y su hegemonía en gran parte del globo terráqueo.
Cómo vimos, una y otra vez las epidemias han marcado el ocaso de imperios a través de los siglos, por ello podemos concluir sin temor a equivocarnos que la actual pandemia, marcará el inicio del colapso del imperio norteamericano y su hegemonía en gran parte del globo terráqueo.
Un análisis detallado nos ratifica la veracidad de la anterior afirmación.
El inicio de este nuevo milenio ha venido mostrando las siguientes tendencias:
Estados Unidos, potencia hegemónica hasta finales del milenio anterior, ha comenzado su imparable proceso de declinación de su poderío.
China y Rusia se han comenzado a perfilar de manera nítida como las potencias crecientes que vienen desafiando cada vez más a la potencia hegemónica.
La Unión Europea camina lentamente hacia la desintegración, con elementos más visibles como BREXIT y otras menos visibles como la crisis del EURO que siempre está ahí latente.
Éstas tendencias se han visto aceleradas con la actual pandemia del coronavirus y la recesión concomitante, por lo cual, con la aceleración de tendencias pre-existentes, lo que veremos es que Estados Unidos declina más velozmente, China y Rusia emergen más rápido y la Unión Europea se desintegrará con una mayor aceleración.
Desde el mucho antes de comenzar esta crisis del coronavirus, el Imperio norteamericano decidió tomar las peores decisiones posibles y Trump contribuyó en gran medida a la falta de preparación del país, veamos:
Desde
el inicio de su mandato, Trump se obsesiona con la eliminación del
sistema de Salud implementado por la administración anterior y
conocido como Obamacare. Después de arduas luchas legislativas, en
el otoño de 2.017, Trump
consigue retirar las ayudas de Obamacare para
las personas con menos recursos.
Además,
según lo afirma la BBC en enero de 2.018: Los
congresistas republicanos también dinamitaron Obamacare
rechazando el requisito de que todos los estadounidenses contraten
seguros de salud.
Dicha medida conlleva
a que los ciudadanos más sanos se queden sin seguro hasta que se
enfermen, lo cual incrementará las primas.
Trump
no se limitó a desmantelar el sistema de salud de los
norteamericanos, sino que arremetió de manera violenta contra las
instituciones de salud internacionales: Ya en
febrero de 2.018 solicitó al Congreso una reducción de casi el 50%
de los aportes
de los Estados Unidos la Organización Mundial para la salud OMS.
Pero hay más: en el mes de mayo de
2.018, coincidiendo con el nombramiento del
etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien fuera ministro de Salud de
su país entre 2005 y 2012, destacándose en el combate de
enfermedades infecciosas, Trump anunció un recorte del 25% de los
aportes de Estados Unidos a la OMS. En
su posesión, Ghebreyesus dijo
de manera premonitoria: “Necesitamos
un nuevo programa porque hay que estar preparados para cualquier
epidemia, en cualquier lugar y momento”.
Para
completar el cuadro de las “brillantes ideas” del presidente de
USA, en la primavera de 2018, Trump
acabó con el equipo encargado de responder a las pandemias,
incluida la partida de su jefe, el Contralmirante Timothy Ziemer.
Claro
que las más fatídicas decisiones, las ha tomado Trump en el 2.020,
veamos la cronología informada tanto por la BBC
como TELEMUNDO:
El
22 de enero, sólo día después que Estados Unidos confirmara su
primer caso de coronavirus, el presidente Donald Trump aseguró desde
el Foro de Davos que la situación estaba controlada: "Es
solo una persona que vino de China y lo tenemos bajo control. Todo va
a estar bien", afirmó en una entrevista con el canal
estadounidense CNBC.
Pasaron
los días y, pese a las denuncias
de inacción por parte de expertos y críticos del gobierno,
Trump insistía en que el virus iba a "desaparecer" como si
se tratase de un milagro.
El
26 de enero, "El riesgo para los estadounidenses sigue siendo
muy bajo. Cuando tienes 15 personas... en un par de días va a bajar
y acercarse a cero. Es muy buen trabajo el que hemos hecho",
defendió Trump.
El
3 de febrero por fin el gobierno Trump impone restricciones a los
vuelos provenientes de China, anunciando cuarentena obligatoria, pero
los estados luchan, cada
uno por su cuenta, por llevar a cabo esta estricta cuarentena y nunca
reciben una notificación previa. "¿Dónde se supone que
debemos poner a estas personas?"
El
10 de febrero, con 11 casos confirmados:
"Mucha
gente piensa que se va a ir en abril con el calor.
A medida que el calor llega. Normalmente, se irá en abril" -.
El
26 de febrero sentenció Trump: Estados Unidos está "desarrollando
rápidamente una vacuna"
- contra el coronavirus - Poco después, el director del
gubernamental Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades
Infecciosas, Anthony Fauci, reconoció que tardará más de un año
en estar lista.
Con
59 casos confirmados, Trump dice: "Y nuevamente, cuando tienes
15 personas, y las 15 dentro de un par de días se reducirán a casi
cero, ese es un trabajo bastante bueno que hemos hecho".
El
27 de febrero, Trump dice que el virus “Va a desaparecer un
día es como un milagro, va a desaparecer”.
El
29 de febrero, se
conoce la primera muerte en el estado de Washington. Trump dice
en una rueda de prensa que es una mujer de 50 años. En realidad, es
un hombre.
Trump
también dice que “no hay razón para el pánico”, da la cifra
incorrecta de contagiados y dice que "hablamos de 22 personas en
este país tan vasto. Creo que estaremos en muy buena forma".
Añade que “si usted está saludable, usted pasará por un
proceso y estará bien”.
El
10 de marzo, Trump
dice: “¡Mantengan la calma! Todo está funcionando, muchas cosas
muy buenas van a pasar”.
El
13 de marzo, ya con 50 muertos y 2.167 infectados, una
reportera le pregunta a Trump si toma responsabilidad por el
“fracaso” de la falta de diagnósticos de la que habló el doctor
Anthony Fauci, experto en enfermedades infecciosas: “No,
no tomo responsabilidad para nada”, responde.
Yamiche
Alcindor de MSNBC le pregunta a Trump qué responsabilidad toma por
haber eliminado el equipo de respuesta a las pandemias. Él evade la
pregunta y la insulta: “Bueno, solo que eso me parece una pregunta
sucia”.
Sólo
3 días después, el 26 de marzo, con el número de contagiados en
más del doble y casi un 60% más de muertes, le preguntan “En una
escala del 1 al 10, ¿cómo calificaría su respuesta a esta
crisis?”. Trump dice: “Me daría un 10, creo que hemos hecho
un gran trabajo”.
El
22 de marzo, con 34.221 infectados y 432 muertes, Trump
le echa la culpa al gobierno de Obama por la respuesta de su gobierno
al virus que expertos han llamado tardía e insuficiente:
“Acuérdense, nosotros heredamos un sistema roto, obsoleto”.
El
25 de marzo, tras emitir la directriz de confinamiento a todos los
estadounidenses: "Abriremos
[el país] relativamente pronto…
Me gustaría que el país abriera con energía para Semana Santa".
Sólo un día después de ésta iluminada idea, Estados unidos se
convirtió en el país con más infectados del mundo.
El
26 de marzo, Trump,
en entrevista con Fox News: “No creo que necesiten 40.000 o 30.000
ventiladores”, ese día ya se contaban 1.200 muertes y 83.372
infectados.
El
29 de marzo, de manera increíble, el presidente habla de sí mismo
en tercera persona: “El presidente Trump es un éxito en audiencia.
Desde que revivió la sesión informativa diaria de la Casa Blanca,
el Sr. Trump y sus actualizaciones de coronavirus han atraído a una
audiencia promedio de 8.5 millones”, mostrando orgulloso su rating,
pero olvidando las 2.459 muertes y los 141.921 contagiados hasta ese
día.
El
30 de marzo, Trump se vio obligado a desmentirse el mismo y después
de extender la recomendación de confinamiento a los estadounidenses
hasta finales de abril, anunció que la recuperación llegará en el
mes de junio. Pero para no pasar el día sin decir una barbaridad,
Trump
dice en la rueda de prensa diaria de la Casa Blanca que "Hay
unos hospitales en algunos estados que piensan que necesitan
ventiladores y nosotros creemos que no los necesitan".
El
13 de abril, Trump
dice en la rueda de prensa diaria: "Estamos muy cerca de
completar un plan para abrir el país, ojalá incluso antes de lo
planeado... nuestras guías le darán la confianza a la gente para
volver a la vida normal. Nuestro país va a estar abierto y va a
abrir con éxito". Según Anthony Fauci, director del
Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, el país no tiene la
capacidad de hacer pruebas y rastreo de contagiados para
asegurar que no habrá un rebrote de la enfermedad cuando se levanten
las cuarentenas. Ya eran hasta ese día 586.941 casos y 23.640
muertes.
El
14 de abril, Trump anuncia que Estados Unidos suspenderá el
envío de fondos a la Organización Mundial de la Salud mientras
investigan la respuesta de la agencia internacional a la pandemia.
Finalicemos
esta cronología con la siguiente perla, este 24 de abril: Trump
sugiere tratar el coronavirus con "una inyección de
desinfectante" o con "luz solar":
“Por favor, no
coman pastillas de detergente ni se inyecten ningún tipo de
desinfectante”. El mensaje fue difundido por Twitter por el
servicio de emergencias del Estado de Washington el jueves por la
tarde, después de escuchar la rueda de prensa diaria del presidente
del país, Donald Trump, sobre la crisis del coronavirus. Trump
había vuelto a adentrarse en pantanosos jardines científicos.
Maravillado por el poder destructor que habían demostrado ciertos
desinfectantes, así como la luz solar, aplicados contra el virus en
el aire o en una superficie, se preguntó qué no podrían hacer para
combatir al “enemigo invisible” en el interior de un cuerpo
humano.
“Supongamos que
golpeamos el cuerpo con una tremenda luz ultravioleta, o simplemente
con una luz muy poderosa”, dijo. “Dicho eso, supongamos que traes
esa luz dentro del cuerpo, a través de la piel o de alguna otra
manera. Después veo el desinfectante, que lo deja KO en un minuto,
¿hay alguna manera de que podamos hacer algo así mediante una
inyección? Porque ves que entra en los pulmones y hace un daño
tremendo en los pulmones, así que sería interesante probarlo”.
Trump realizó esta
dudosa aportación al debate después de que Bill Bryan, director de
la División de Tecnología y Ciencia del Departamento de Seguridad
Nacional, llevara a cabo una exposición sobre determinadas medidas
para evitar la propagación del coronavirus.
El colofón de esta perla es de no te lo puedo creer: Más de un centenar de personas atendidas por ingerir desinfectante en Estados Unidos.
Todo esto cuando, al cierre de esta
edición, el país llega al millón de infectados y supera largamente
las 50.000 muertes.
Estas
decisiones cruciales han allanado el camino para que el país
norteamericano se encuentre actualmente en la mayor encrucijada de su
historia.
Concuerdo
con lo expresado por Alon
Ben-Meir en ALAINET:
La preocupación de Trump con la economía es lo único que tiene en su mente. Como él lo ve, el continuo auge económico fue central en su campaña de reelección, y rechaza todo lo que pudiera afectar negativamente la salud de la economía. Por lo tanto, tuvo que minimizar las graves implicaciones del coronavirus, a pesar de que sabía sobre el virus a principios de enero y descartó la evidencia científica que sugiere que el impacto del virus sería catastrófico si el país no se movilizaba completamente para enfrentar la epidemia.
Para
un hombre que es un narcisista auto absorbido y hambriento de poder
que quiere ser reconocido como uno de los más grandes presidentes de
los Estados Unidos mientras intenta desesperadamente ser reelegido,
Trump no logró aprovechar la ocasión precipitada por la
desafortunada llegada y propagación del coronavirus, pues en lugar
de minimizar el peligro ominoso del virus, ignoró la advertencia de
los principales científicos sobre las posibles consecuencias
desastrosas que podría desencadenar.
Trump pudo haber movilizado desde el
inicio de esta pandemia todos los recursos nacionales para enfrentar
el virus, en cambio, sus decisiones han acelerado el proceso de
propagación de la pandemia y con ello el inicio del fin del imperio
norteamericano.
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