Silvia Ribeiro*
Cierra 2022 con la amenaza de demanda que Estados Unidos impone a México por restringir la importación de maíz transgénico y el uso de glifosato. No hay que darle vueltas, es un hecho cínico y deplorable. México es el centro de origen del maíz, el principal consumidor global del grano como alimento directo y es su derecho soberano decidir sobre salud pública. No tiene Estados Unidos ni sus empresas argumentos legales, pero avanzan como golpeadores basados en falsedades.
El agrotóxico glifosato fue declarado cancerígeno por la OMS en 2015, a partir de lo cual fue prohibido en Austria y varias regiones, incluso de EU, y una veintena de países lo han limitado con vistas a prohibirlo. ¿Por qué otros países pueden tomar medidas de protección de su salud, pero contra México suscita una demanda?
Dos grandes factores sostienen este sinsentido. Primero, la industria trasnacional de los agronegocios, dominada por un puñado de grandes empresas, que controlan el mercado comercial y defienden su derecho a contaminarnos, a contaminar cada persona, niña, niño, mujer o anciano; cada río, tierra, aire, para obtener más ganancias (https://tinyurl.com/3kw26nrn).
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Más:
https://www.jornada.com.mx/2022/12/31/opinion/015a1eco
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