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Se está librando una batalla silenciosa por el control de la base misma de nuestro suministro de alimentos: las semillas.
Europa cuenta con una de las industrias de semillas más diversas del mundo. Solo en Alemania, los Países Bajos y Francia, cientos de pequeños cultivadores están creando nuevas variedades de cereales, verduras y legumbres.
Basándose en décadas de selección cuidadosa para mejorar características deseadas como el rendimiento, la resistencia a las enfermedades y el sabor, adaptan las semillas a los entornos locales a través de métodos como el cruzamiento.
Esta legión de fitomejoradores ayuda a mantener la biodiversidad de Europa y a garantizar que nuestros suministros de alimentos sigan siendo abundantes. Pero su labor se ve cada vez más amenazada por la industria de las patentes.
Aunque es ilegal patentar plantas en la UE, aquellas creadas a través de medios tecnológicos se clasifican como innovación técnica y, por lo tanto, pueden patentarse.
Esto significa que los cultivadores en pequeña escala ya no pueden plantar libremente estas semillas ni utilizarlas con fines de investigación sin pagar derechos de licencia.
Alrededor de 1.200 variedades de semillas que pueden obtenerse de forma natural están afectadas por patentes en toda Europa, ya que las empresas agroquímicas afirman haberlas creado mediante innovaciones técnicas.
La poco conocida Oficina Europea de Patentes (OEP) concede esas patentes: una entidad totalmente independiente de Bruselas y financiada por las tasas de patentes corporativas, cuyas decisiones acatan los estados miembros de la UE.
Los obtentores de plantas europeos tienen que "luchar contra las patentes"
Frans Carree, un cultivador orgánico de la empresa holandesa De Bolster, está intentando desarrollar un tomate resistente al virus rugoso pardo de la fruta, que puede destruir cosechas enteras. Pero sus esfuerzos se ven obstaculizados por más de una docena de solicitudes de patente sobre esta resistencia presentadas por multinacionales como BASF, Bayer y Syngenta .
Aunque las patentes aún no han sido concedidas, crean incertidumbre jurídica y un riesgo real de que su inversión no sea rentable.
Para desarrollar su propio tomate resistente a los virus, Carree tendría que leer todas las solicitudes de patente para entender qué características han solicitado las empresas. Sin embargo, las solicitudes de patente están escritas en un lenguaje tan complicado que a veces le cuesta entenderlas.
Luego tendría que pedir a un laboratorio que secuenciara todas sus plantas para asegurarse de que el rasgo patentado no esté incluido en sus variedades: una tarea que demanda mucho tiempo y dinero.
“Es muy difícil luchar contra las patentes, y yo lo hago además de mi trabajo. Soy criadora y me gusta estar con mis plantas”, afirma Carree.
¿Qué son las Nuevas Técnicas Genómicas y se pueden patentar las semillas NGT?
En los últimos años, el desarrollo de nuevas técnicas de edición conocidas como Nuevas Técnicas Genómicas (NGT) han permitido a los científicos ser aún más quirúrgicos en la edición de la genética de las semillas.
Las técnicas de NGT permiten a los especialistas mejorar las funciones existentes de genes específicos o añadir otras nuevas sin afectar a otras partes del genoma. Los defensores de las técnicas de NGT ven en ellas un gran potencial: se pueden utilizar menos pesticidas y fertilizantes, se pueden conseguir plantas resistentes a las enfermedades y a la sequía e incluso se pueden regar los campos de cereales con el mar.
Actualmente, todas las plantas derivadas de NGT están tan estrictamente reguladas como los organismos genéticamente modificados (OGM), que se crean insertando genes de un organismo en otro.
Pero, dado su potencial, las empresas agroquímicas y los científicos han estado presionando a la UE para que desregule los NGT. En febrero de este año, el Parlamento Europeo votó a favor de desregular los NGT en el mercado, permitiendo incluso que algunos de ellos sean considerados el equivalente de las plantas cultivadas de forma convencional.
El número de patentes sobre semillas podría aumentar con la posible desregulación de las NGT a nivel de la UE, sugiere un estudio de la Comisión Europea.
Michael Kock, exdirector de propiedad intelectual de Syngenta, predice un futuro en el que “la mayoría de las nuevas variedades que entren en el mercado estarán afectadas por patentes”. Para abordar las preocupaciones sobre el aumento de los costes y las nuevas dependencias para los agricultores y los criadores, el Parlamento también ha propuesto prohibir las patentes sobre las variedades de nueva generación.
No se espera que en breve se tome una decisión definitiva sobre las técnicas de ingeniería genética. El Parlamento está negociando con los Estados miembros, muchos de los cuales, entre ellos Austria, Francia y Hungría, se oponen a la ingeniería genética en la agricultura en general.
Sin embargo, incluso si los jefes de estado de la UE finalmente acuerdan una prohibición de patentes, esta podría resultar ineficaz. Martin Häusling, el eurodiputado alemán de los Verdes corresponsable de las normas de la NGT, advierte que una prohibición de este tipo "no valdría nada".
Esto se debe a que la EPO tiene la última palabra sobre lo que se puede y no se puede patentar en toda Europa, y no sigue la legislación de la UE.
¿Qué es la Oficina Europea de Patentes y por qué es importante?
El alcance de la EPO se extiende más allá de los 27 estados miembros de la UE y abarca 39 países miembros, incluidos el Reino Unido, Turquía y Suiza.
En lugar de que cada país miembro de la UE examine individualmente las solicitudes de patentes, la EPO (una autodenominada "organización de servicio público") gestiona la aprobación de las patentes europeas a través de un proceso centralizado.
Las consecuencias de este régimen de patentes son de largo alcance. El control corporativo concentrado sobre las semillas conlleva una menor diversidad genética, ya que los criadores pequeños y medianos tienen menos material genético con el que trabajar. Esto podría conducir a una menor resistencia durante los desastres climáticos y las interrupciones del suministro de alimentos.
Mientras Europa sopesa el crecimiento centrado en el mercado con la seguridad ambiental y alimentaria, el creciente número de patentes de semillas plantea una amenaza existencial para los campos del continente.
Principales lagunas en las patentes de semillas
Esta historia podría haber terminado en 2017. Durante años, pequeños criadores, grupos de agricultores y organizaciones ambientalistas hicieron sonar la alarma de que cada vez se privatizaba más material biológico a través de patentes.
Como respuesta, en 2017 la Comisión Europea emitió un aviso interpretativo sobre su Directiva Biotecnológica de 1998, declarando que “los productos obtenidos por procesos esencialmente biológicos” no pueden patentarse.
La EPO siguió la interpretación de la Comisión y prohibió las patentes sobre plantas obtenidas de forma convencional, una decisión acogida con agrado por los obtentores y agricultores.
Pero pronto se dieron cuenta de que aún quedaban lagunas importantes. El Consejo de Administración de la EPO no distinguía claramente entre variantes genéticas naturales y mutaciones aleatorias, por un lado, e intervenciones técnicas generadas por ingeniería genética, por el otro.
Esto permite a las empresas utilizar herramientas NGT para solicitar patentes sobre plantas cultivadas de forma convencional, advierte la coalición No Patents on Seeds.
“Si se conceden, los titulares de las patentes pueden controlar el acceso a las plantas, independientemente de que se utilice o no ingeniería genética”, advierte Christoph Then, portavoz de No Patents on Seeds.
Ya existe un precedente preocupante: en 2022, la OEP concedió una patente a la empresa alemana KWS para un maíz de digestibilidad mejorada (que permite a los consumidores absorber más nutrientes). Según la descripción de la patente, las variantes genéticas se encontraron originalmente en plantas de maíz de cultivo convencional.
Esta decisión permite a KWS controlar la producción de plantas con estos genes, ya sean resultado de mutaciones aleatorias o de ingeniería genética, lo que podría impedir que otros obtentores los utilicen. Fue la primera patente concedida para una solicitud presentada después de 2017.
Los examinadores de la OEP evalúan cada solicitud de patente y comprueban si una invención es verdaderamente técnica, nueva e inventiva y, por tanto, patentable.
La EPO se negó a comentar cómo garantizan que no se utilicen métodos técnicos para reinventar características que se encuentran en la naturaleza. Un portavoz de KWS dijo que “por razones legales” no pueden hacer comentarios sobre patentes individuales y que “están en diálogo con No Patents on Seeds”.
Un entorno prohibitivo para los obtentores de plantas europeos
Desde que se introdujeron en 2017 cambios en la ley de patentes, cada solicitud debe indicar explícitamente que la patente no cubre plantas producidas por medios biológicos. Por otro lado, esta medida aparentemente protectora también ha creado una carga importante para los obtentores.
Si un obtentor desarrolla una planta con una resistencia similar a una variedad patentada, recae sobre él la responsabilidad de demostrar que no infringió la patente.
Sjoerd Hoekstra, exdirector del departamento de biotecnología de la Oficina Europea de Patentes (OEP) con 33 años de experiencia, explica: “El obtentor debe demostrar que un determinado rasgo fue seleccionado de forma natural. De ese modo, su planta no se verá afectada por la patente. Un problema es que se pueden emprender acciones legales en cualquier momento, lo que puede resultar complicado para los pequeños obtentores”.
A diferencia de las multinacionales, los criadores pequeños y medianos no pueden permitirse pagar a abogados de patentes. Una demanda podría significar la ruina financiera.
¿La Oficina Europea de Patentes está concediendo demasiadas patentes?
La EPO ha sido objeto de críticas por parte de pequeños criadores, organizaciones ambientalistas, políticos e incluso de la industria.
Los críticos sostienen que la EPO tiene incentivos para conceder patentes, ya que su asombroso presupuesto de 2.500 millones de euros se deriva en su totalidad de las tasas que pagan los usuarios desde la presentación de la solicitud hasta el examen, lo que plantea inquietudes sobre posibles conflictos de intereses.
“Desde el principio, se trató de una institución problemática que gestionaba, por así decirlo, su propio negocio con sus propios clientes”, afirma Then, “a pesar de que el derecho de patentes estaba destinado principalmente a beneficiar a la sociedad en su conjunto, no solo a grupos específicos”.
Incluso las empresas agroquímicas critican a la EPO por repartir patentes como si fueran caramelos, con palabras menos sinceras.
Filip De Corte, responsable de la protección de cultivos en materia de propiedad intelectual de Syngenta, afirmó en una entrevista con la EPO que la “calidad de las patentes” era un problema. “No pedimos a la Oficina de Patentes que nos conceda patentes, le pedimos que examine y rechace las patentes que no cumplen los requisitos de patentabilidad”, afirmó.
¿El motivo? “Si gastamos tanto dinero –invertimos unos 1.500 millones de dólares (1.400 millones de euros) cada año en descubrir y desarrollar nuevos productos– queremos poder confiar en ello cuando la Oficina Europea de Patentes nos diga que sí, que tenéis una patente válida”, afirmó, añadiendo que Syngenta necesita “patentes que se puedan hacer valer”.
De Corte incluso envió un mensaje a los examinadores de la EPO: “Sean escépticos y críticos”.
Artículo original:
Europe’s seeds are being privatised by patents - and it could threaten food security
De:
https://x.com/GMWatch/status/1825118494196748361
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