El maíz no es un cultivo en Oaxaca. Es una identidad. Una forma de estar en el mundo. En la Sierra Norte, en los Valles Centrales, en la Mixteca y el Istmo, el maíz se hereda. Se cuida. Se celebra. Se come con respeto. Y se defiende con rabia.
Pero desde hace más de dos décadas, algo se infiltró en esa relación milenaria. Un código extraño. Un ADN ajeno. Un grano que no germina por sí solo. Que no se adapta, no conversa con la tierra, no respeta los ciclos. Un maíz transgénico. Un intruso.
Año 2000. Ignacio Chapela, investigador de la Universidad de California en Berkeley, llega a Oaxaca con una pregunta sencilla: ¿el maíz nativo está limpio? La respuesta fue un escándalo. En colaboración con la Unión de Comunidades Zapotecas y Chinantecas (UZACHI), Chapela detectó secuencias transgénicas en cultivos criollos de la Sierra Norte. El maíz industrial, probablemente importado desde Estados Unidos, había contaminado el genoma de las variedades locales.
No era solo una cuestión técnica. Era una violación genética. Un asalto silencioso a la soberanía biológica de México.
...
Más:
https://agenciaoaxacamx.com/la-batalla-genetica-por-el-alma-de-oaxaca/
No hay comentarios:
Publicar un comentario