lunes, 7 de enero de 2013

En defensa del maíz y la vida

Agrupaciones sociales y vecinos independientes de Entre Ríos firmaron un documento que llama a declarar al maíz “semilla venerable e inviolable” de Abya Yala (América) y el planeta, y a considerar delito de lesa humanidad la manipulación genética de esta gramínea con cuna en este continente. La severa Declaración se basa en principios precautorios para advertir los riesgos de la tecnología de punta y el sistema agrícola a escala, que pueden provocar estragos en la biodiversidad y en la especie humana en particular.
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El documento sostiene que los inventores de semillas transgénicas no tienen derecho a usar el nombre de la semilla natural, es decir: pide que se les prohíba usar el sustantivo “maíz” para denominar organismos modificados, con el fin de evitar confusiones.

Insiste en que la manipulación genética y el cultivo con agrotóxicos están poniendo en riesgo la salud de vegetales y animales, entre ellos la especie humana, y llama a crear en la región litoral un reservorio libre de organismos genéticamente modificados –OGM-.

La Declaración dada a conocer hoy lleva al pie numerosas firmas, algunas de estudiosos de conocida trayectoria en el medio, y miembros de centros de estudios, gremios de trabajadores, programas de extensión universitaria y organizaciones ecologistas. La avalan estudiantes, obreros, gremialistas, docentes, economistas, escritores, ecologistas, periodistas, artistas, investigadores, cooperativistas, profesionales de diversos rubros, y militantes sociales y culturales de la región litoral.

Bajo el título “Declaración en defensa del maíz y la vida”, los firmantes se muestran confiados en que el avance de la conciencia sobre los derechos ligados al maíz “servirá de tracción para la liberación de todas las semillas y para la soberanía alimentaria”.

Dicen que el texto será difundido en universidades, organizaciones ambientales, legislaturas e instituciones diversas, y tomado como base para los estudios y debates en torno de los transgénicos, las patentes sobre las semillas, la producción con agroquímicos a escala y la relación del hombre con la tierra y la biodiversidad.


Los impulsores
La Declaración fue firmada por miembros del centro de estudios Junta Americana por los Pueblos Libres –JAPL-, la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos –Agmer- Seccionales Paraná y Federación, el Programa de Extensión “Por una Nueva Economía, Humana y Sustentable” (cátedras de Economía y Periodismo Económico) de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, el Foro Artiguista Entrerriano, el Foro Ambiental Waj Mapu, el Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché y personas particulares.

Fuertemente anticapitalista, el documento ataca, sin nombrarla, a la empresa Monsanto, principal beneficiaria del sistema de patentes, transgénicos y uso de herbicidas e insecticidas a escala continental, y a otras similares que acaparan el negocio de venta de semillas (como Cargill), patentes, sustancias químicas e impulsan el sistema de producción mediante pooles especulativos.

El texto llama a “reconocer el derecho de los pueblos a defenderse contra la codicia que está acelerando el camino a la destrucción de los alimentos y la vida”.

Fechada en Entre Ríos, en enero de 2013, la Declaración tiene veinte puntos y una extensa fundamentación posterior, y lleva este acápite: “a 180 años de la usurpación británica/europea de las Islas Malvinas del Abya Yala, y a 200 años de las Instrucciones artiguistas del año XIII”.

Los primeros cinco puntos dicen textualmente: “1-Declarar al maíz (Zea mays) semilla venerable e inviolable de Abya Yala y el planeta, alimento sustancial de la especie humana”.

“2-Desconocer toda patente privada o propiedad intelectual sobre la semilla o la planta del maíz. 
3-Luchar contra toda norma o proyecto que condicione la libertad individual, familiar y colectiva en la siembra del maíz, que ponga en riesgo sus extraordinarias condiciones alimenticias o atente contra las variedades. 
4-Impugnar el uso de granos de maíz para combustibles e impulsar todas las acciones tendientes a facilitar el cultivo del maíz en forma sustentable y el uso de sus derivados en la lucha contra el hambre”.

“5-Exigir a las autoridades nacionales, provinciales y locales que las personas, empresas o estados que hayan producido mutaciones genéticas en el maíz sean impedidos de usar la palabra maíz o cualquier otro nombre vulgar del maíz en sus variedades y estados. Esto, hasta tanto los transgénicos sean erradicados de nuestros territorios”.

(Algunos nombres vulgares: choclo, elote, mazorca, abatí, altoverde, borona, canguil, capiá, caucha, cuatequil, malajo, mijo turquesco, millo, zara, panizo de Indias, cabellos de elote, vellitos de elote, pelos de elote, abaté, avatí, guate etc.). 

6-Atacar por fraude comercial el argumento engañoso de “equivalencia sustancial” entre las variedades del maíz y los transgénicos, porque sus efectos sobre la vida no son los mismos, y en algunos casos están en las antípodas. 

7-Determinar si la manipulación genética del maíz debe ser declarada delito de lesa humanidad, como se impone por los estragos que puede acarrear al mundo. Hacerlo desde elementales principios precautorios. 

8-Repudiar la producción de semillas estériles (como la anunciada tecnología Terminator) por las catastróficas consecuencias que puede provocar en la biología y la economía; y analizar la necesidad de aplicación de penas graves a los responsables de contaminación de variedades con semillas OGM (organismos genéticamente modificados) en cualquier parte del mundo, en especial en los territorios del Abya Yala, cuna del maíz.

9-Promover el cultivo sustentable del maíz y la investigación para garantizar la diversidad en variedades, mejorados, híbridos, considerando los distintos usos, climas, suelos, latitudes y épocas, y a la vez asegurar el alimento sano para todos; intercambiar y cultivar las distintas variedades con acciones colectivas, redes y bancos de datos, y repudiar la presencia de transgénicos con actitud personal y grupal. Desvivirnos por mantener las semillas originales, maravillosa herencia sin dueños y con fines alimentarios. Prestar atención a nuestras propias experiencias y no poner confianza ciega en la técnica moderna. 

10-Defender y promover la diversidad biológica, y resistir los planes que generan riesgos gravísimos sobre la salud del ambiente y de la especie humana, sobre la alimentación de las distintas especies, y sobre los más hondos y reconocidos derechos biológicos y culturales. Defender la libertad del hombre y de la semilla misma y los derechos de los seres que consumen y producen maíz, y combatir toda acción que tienda a crear o sostener monopolios u oligopolios en la producción y la comercialización.

11-Denunciar a toda persona, empresa o institución, pública o privada, que pretendan manipular genéticamente el maíz aplicando tecnología para obtener Organismos Genéticamente Modificados –OGM- (lo que debe diferenciarse claramente de las antiguas y recientes hibridaciones), o que quieran aplicar mutaciones que impliquen la apropiación de las semillas y de su genética y generen riesgos innecesarios; y demandar a las firmas por la apropiación y puesta en riesgo de decenas de miles de genes.

12-Estudiar el modo de expulsar de nuestros territorios a las empresas que realicen manipulación genética del maíz o que monopolicen la comercialización del maíz, y las corporaciones que pidan o faciliten la manipulación genética o el acaparamiento de patentes sobre las semillas del maíz, o cualquier otra, o que impidan su libre siembra y cosecha.

13-Prohibir la apropiación genética por particulares, prohibir el monopolio o el oligopolio de las semillas, y asegurar la propiedad social de los germoplasmas para garantizar el principio de libertad, aún en conciencia de que el maíz no es patrimonio de la humanidad sino del mundo.

14-Desarrollar programas propios, soberanos, sustentables, sin manipulación genética; asegurar la calidad del suelo y mejorarla, evitando técnicas que agudizan la erosión y degradación y exigiendo las rotaciones necesarias, advertidos de los males del extractivismo de minerales; luchar por la preservación de las especies, proteger al extremo a las especies polinizadoras (como las abejas); sostener la soberanía alimentaria y la producción de alimentos y no de mercancías, con uso altamente eficiente y austero de energía renovable, con participación de campesinos (las mujeres y los hombres que trabajan la tierra, sin distinciones) y consumidores, y con la exclusión lisa y llana del capital financiero especulativo que todo lo distorsiona. 

15-Tomar conciencia de que estos principios se extienden a todas las semillas sin excepción, pero hacemos hincapié en el maíz por razones de historia y cultura del Abya Yala, y de oportunidad, dada la guerra desatada por las multinacionales (amparadas en el poder financiero que las respalda y el poder militar de sus estados) contra la libertad de nuestros pueblos en el uso de un alimento esencial al que todos los seres vivos, sin ninguna excepción, tenemos derecho (desde el derecho a agradecer al maíz sus servicios). Subrayar que el avance de la conciencia sobre el maíz y su divulgación por medios masivos, escuelas, centros culturales, gremios y diversas entidades, servirá de tracción para la liberación de todas las semillas y la soberanía alimentaria.

16-Reconocer que la manipulación genética del maíz y toda la tecnología comercializada a su alrededor es un aspecto del sistema colonial extractivista que ataca hoy también con la megaminería a cielo abierto, la fractura hidráulica y otros sistemas y proyectos parecidos, con graves efectos contaminantes en el agua, el aire y la vida.

17-Remarcar el derecho de los pueblos a defenderse contra la codicia (principalmente del capital financiero) que está acelerando el camino a la destrucción de los alimentos y la vida, y reconocer el necesario compromiso de los pueblos para la superación del estado actual. Advertir que, en un peligrosísimo maridaje, los grupos de poder económico, político y militar, multinacional o local, quieren quedarse con la llave de la vida y la muerte, y los pueblos tenemos el derecho y la obligación de conocer, organizarnos, resistir y encontrar o crear modos propios.

18-Organizar en la región litoral, en la Mesopotamia y en Entre Ríos más específicamente, dadas sus condiciones naturales y otras razones, o en otras regiones, Zonas o Regiones libres de transgénicos y otras contaminaciones, para asegurar la naturaleza de las semillas, sean exóticas o silvestres, incluso con bancos de germoplasmas. Observar que, cuando tomemos conciencia de los gravísimos problemas generados por algunos hombres hoy poderosos y cuando los temibles efectos que deben esperarse del actual sistema ya sean inocultables, esos reservorios de diversidad biológica permitirán extender y recuperar las condiciones naturales.

19-Tomar conciencia de que enfrentamos una secuencia técnica, económica, social y cultural, que involucra a los transgénicos, los agrotóxicos, el capital financiero, la expulsión de campesinos, el consumo desmedido de energía y la naturalización del consumismo como necesario y único camino. Y considerar que estamos ante emergentes, es decir, consecuencias de un régimen capitalista con creciente exigencia de energía y más concentración económica y uniformidad; un régimen capitalista que se está comiendo el planeta, de modo que la conciencia ambiental es central, pero no excluyente, para superar este sistema perverso.

20-Analizar esta problemática no desde el productivismo o con una mirada muy focalizada, sino desde las antiguas y siempre vigentes sabidurías y cosmovisiones que nos devuelven a la armonía de la especie humana en la naturaleza, donde la tierra no es del hombre sino el hombre de la tierra, donde todos nos hacemos un alto compromiso con la alimentación sana de todos y para ello ofrecemos nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad; y donde nos sacudimos el peligro del cientificismo que hoy interviene en forma irresponsable y toquetea con soberbia una complejidad natural que no conoce, para poner sus falsas certezas al servicio del sistema financiero imperante. Estudiar el caso del maíz, como el de todas las semillas, desde una perspectiva integral, observando las múltiples interacciones de la naturaleza y la cultura. Y constituir una Mesa del maíz, para estudiar a fondo la problemática, con las experiencias de los países de Abya Yala y debatir sobre los alimentos.


http://www.diariojunio.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=53028

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