Por: Rodrigo Bernardo Ortega marzo-2019
La
decisión del magnate-presidente, Donald Trump, de ordenar el regreso
de más de 2.000 soldados estadounidenses que combatían en Siria
dejó perplejo al mundo político. En efecto, el secretario de
Defensa de ese país, James Mattis, presentó su renuncia luego de
calificar la retirada de las tropas como un “error estratégico”
(https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46642980).
Comienzan a evidenciarse algunas fisuras dentro del gobierno de la
Casa Blanca, pues mientras los generales y altos mandos militares
rechazaron con vehemencia la decisión del presidente Trump, los
rangos medios y bajos del ejército celebraron el anuncio. Analistas
coinciden en asegurar que el repliegue de las fuerzas armadas en
Siria obedece a una estrategia mediática del presidente para
apaciguar el caldeado ambiente interno. Nada tiene que ver como lo
manifestó el propio Trump que “Estados Unidos venció a ISIS y
que, por tanto, su misión en el Oriente Medio estaba concluida”.
De hecho, sucede todo lo contrario: las fuerzas rebeldes han tomado
un segundo aire y se preparan para una arremetida en la República
árabe. Quizás la razón fundamental es que los Estados Unidos
quieren evitar una humillación similar a Vietnam, aún más si se
considera el poderío antiaéreo ruso
(https://www.voltairenet.org/article204442.html).
Con todo, la retirada de las tropas estadounidenses puede abrir una
ventana de oportunidad para una salida negociada de las
confrontaciones.
De
hecho, la guerra en Siria es uno de los conflictos actuales más
virulentos si se toma en consideración el número de actores
involucrados, los delicados equilibrios de poder y sobre todo la
cantidad de muertes y daños físicos ocasionados. Así, se calcula
que en casi nueve años de confrontaciones (2011-2019), más de
500.000 personas han perdido la vida, de los cuales cerca del 43% son
civiles y dentro de ellos miles de niños
(https://elpais.com/internacional/2018/03/12/actualidad/1520865451_577510.html).
Este panorama muestra lo complejo de la situación ya que además de
las diversas facciones en combate y de las truculentas alianzas, cada
día se suman nuevos actores e intereses que parecen complicar aún
más la situación. Y a pesar de que Estados Unidos haya anunciado su
retiro de Siria, no debe descartarse que esto pueda ser un artilugio
para continuar la guerra por otros frentes.
Dentro
del transcurso de la guerra, varios grupos (legales e ilegales) se
han unido paulatinamente a los bandos en confrontación; otros
prestan ayuda humanitaria como es supuestamente el caso de los
“cascos blancos”. Esta organización creada a principios de 2013
como una “fuerza humanitaria alternativa”, actúa en los
territorios afectados por la violencia en Siria y sus fronteras. Su
objetivo es prestar ayuda a las víctimas y rescatar a los inocentes
que se encuentren en fuego cruzado. Con más de 3.700 voluntarios,
los “casos blancos” participan en actividades de rescate como lo
manifiesta su principal responsable, Raed Saleh
(https://elcomercio.pe/mundo/actualidad/cascos-blancos-siria-quienes-son-socorristas-vieron-obligados-dejar-siria-amenaza-bashar-assad-fotos-noticia-538674).
La organización ha adquirido un amplio reconocimiento internacional
luego de ser nominada al nobel de paz en 2016 y de haber conseguido,
por su supuesta labor humanitaria, el “nobel alternativo” de la
fundación sueca Rigth Livehood.
A
pesar de su prestigio, pocas veces se difunde el verdadero origen de
los “cascos blancos”. En los albores de 2013, el ex oficial del
ejército británico James Le Mesurier, comenzó a entrenar a los
primeros “defensores civiles” en Turquía. Por esa razón, en
contravía de la opinión occidental mayoritaria, el origen de la
Guardia Civil Siria tiene una clara influencia militar. De hecho, Le
Mesurier sirvió en la infantería de su país durante campañas en
Bosnia, Kosovo e Irlanda del Norte para luego realizar consultorías
en temas de seguridad y contraterrorismo en Estados Unidos, Gran
Bretaña y Emiratos Árabes Unidos
(http://www.granma.cu/mundo/2017-05-04/el-lado-oscuro-de-los-cascos-blancos-04-05-2017-22-05-02).
De esa manera, el padrino de los “cascos blancos” hace parte de
uno de los actores activos en el conflicto y es un agente que sigue
sirviendo a los intereses de su nación.
De
ahí que resulte inverosímil creer que los “cascos blancos” son
una fuerza humanitaria y “neutral” en el conflicto. Por el
contrario, son una organización apoyada no sólo por los gobiernos
occidentales que la financian económicamente sino además por la
academia de artes de los Estados Unidos que en 2017 le otorgó un
premio Óscar a un documental que enaltecía de manera exagerada y
poco crítica a la mal llamada organización humanitaria. Esta
sobreexposición en los medios masivos ha provocado que los “cascos
blancos” se hayan transformado rápidamente en los héroes del
conflicto. Sin embargo, en varios videoclips han que quedado
delatados como auténticos actores y productores de falsos rescates
(https://www.hispantv.com/noticias/opinion/374431/eeuu-ataque-siria-quimico-cascos-blancos).
Por ese motivo, la organización ha devenido en una empresa
audiovisual que, amparándose en supuestas acciones humanitarias,
oculta una clara tendencia política que favorece los intereses de
las grandes potencias occidentales involucradas en Siria. No debe
perderse de vista también que la página web de los “cascos
blancos” pertenece al grupo de abogados The
Syria Campaign,
registrada en el Reino Unido.
Los
mal llamados “guardias civiles” han jugado un doble papel en el
conflicto en Siria. Por una parte, se han transformado en un medio
eficaz para desprestigiar las acciones defensivas del gobierno de
Bashar Al Assad y el ejército ruso y, por otra, han ocultado los
vejámenes y graves afectaciones que han provocado las matanzas
perpetradas por los gobiernos extranjeros, es decir, sus aliados.
Toda esta pantomima se realiza mediante videos editados en los que se
presentan como “salvadores humanitarios”. No obstante, han
circulado una serie de videoclips en los que se evidencia su claro
respaldo a la doctrina occidental lo que se transforma en ejercicios
de provocación que profundizan el círculo de violencia, con lo
cual, su aporte a la solución del conflicto ha sido casi nula.
Su
discurso “neutral y antibelicista” no pasa de ser una estrategia
para granjearse el apoyo de incautas empresas mediáticas de
occidente. En videos han quedado registrado miembros de los “cascos
blancos” con armas e incluso apoyando a facciones de grupos como Al
Qaeda (https://www.liveleak.com/view?i=fd8_1430900709).
No debe olvidarse que el principal financiador de la organización
terrorista fue y ha sido el Pentágono. Entonces, bajo la cobertura y
prestigio que da ser un “grupo de voluntarios que realiza acciones
humanitarias”, los “cascos blancos” han ocultado terribles
crimenes y han brindado apoyo a grupos que han causado daños
irreparables a la población civil. Es curioso que la organización
sólo opere en zonas controladas por el Frente Al Nusra (vinculado a
Al Qaeda) y que múltiples organizaciones incluidos los Médicos
Suecos por los Derechos Humanos hayan catalogado de falsos los
procedimientos que observaron en un producto audiovisual elaborado
por los “cascos blancos”
(http://www.granma.cu/mundo/2017-05-04/el-lado-oscuro-de-los-cascos-blancos-04-05-2017-22-05-02).
Todas estas evidencias dan muestra de las acciones acomodadas de la
supuesta organización humanitaria.
Sumado
a lo anterior cabe resaltar el apoyo que los “cascos blancos” han
recibido de Estados como Israel. En efecto, luego de la falsa
acusación en contra del gobierno sirio de utilizar armas químicas
en Duma, al este de Damasco (algo que nunca pudo probarse), el falso
grupo humanitario tuvo que huir del país demostrando de esa manera
quiénes financiaban sus actividades de desprestigio y falsa
propaganda. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, apoyó
la evacuación de al menos 800 miembros de la organización y sus
familias de Siria a Jordania, comprobando que los “cascos blancos”
no son ningún grupo neutral o apolítico
(https://www.hispantv.com/noticias/rusia/383393/operacion-evacuacion-cascos-blancos-siria).
Por el contrario, es evidente sirven a intereses particulares,
pagados a sueldo por sus jefes que están en cómodas sillas en
Washington, Londres y Ottawa.
La
pregunta que salta a la vista es ¿qué nivel de independencia puede
tener una supuesta organización humanitaria que es financiada por
las grandes potencias del mundo? El principal donante de los “cascos
blancos” es la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID) que aportó más de 23 millones de dólares en
2015. Por su parte, el ministerio británico de relaciones exteriores
reconoció un aporte de cerca de 3,5 millones de libras esterlinas
para apoyar a la llamada defensa civil siria, lo que se suma a otros
donantes de Japón y Dinamarca e incluso el magnate George Soros
(http://cubacoopera.uccm.sld.cu/el-perverso-arte-de-construir-una-guerra-primera-parte/?print=pdf).
Así pues, queda confirmado que los “cascos blancos” no son
ninguna “fuerza humanitaria” sino que se asemejan más una clase
de agitadores profesionales y productores de audiovisuales
financiados por poderosos gobiernos que buscan cumplir con sus más
bajos intereses, pasando por encima incluso del dolor de las
víctimas.
La
estrategia con este grupo es llevar el “conflicto por otras vías”,
convertir la guerra en un espectáculo y presentar a occidente como
“salvadores humanitarios”. Sin embargo, el efecto ha sido
contrario a lo propuesto pues buscando atacar y desprestigiar a los
gobiernos de Siria y Rusia, lo único que han conseguido es perder
credibilidad de las acciones que realizan supuestamente de manera
desinteresada. Lo curioso es que los “casos blancos” no han
ayudado a las víctimas que apoyan el gobierno de Al Assad, por lo
que su “acción humanitaria” es selectiva y discriminatoria. Con
todo, lo único que la defensa civil siria ha podido hacer es
profundizar las acciones belicistas en el territorio.
Para
resumir lo antes dicho, es necesario decir que la autodenominada
defensa civil siria no es una auténtica y genuina fuerza democrática
comprometida con la solución al conflicto en Siria como los medios e
incluso el cine la han querido presentar. Los “cascos blancos”
tienen una cara oculta que se caracteriza por ser una organización
infiltrada y financiada por gobiernos extranjeros que persiguen
ganancias e intereses específicos que se basan en la prolongación
del conflicto. La ambición de las grandes potencias occidentales
lideradas por Estados Unidos y el Reino Unido demuestran una vez más
que la guerra es un negocio lucrativo y que no les importa pasar por
encima de las víctimas que hipócritamente dicen defender. Mientras
tanto la población sigue en medio del fuego cruzado resistiendo las
terribles consecuencias de una guerra que no parece llegar a su fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario