Ante la aprobación del trigo transgénico que resiste la sequía (y su compañero, el herbicida glufosinato de amonio)
Antes de ayer se publicó en el Boletín Oficial que el Ministerio de Agricultura de la Nación aprobó, a condición de que Brasil no se oponga, el primer trigo transgénico (HB4) con genes que le confieren resistencia a la sequía y tolerancia al agrotóxico glufosinato de amonio.
Hasta la fecha ningún país del mundo se animó a experimentar el trigo transgénico -y por lo tanto el pan hecho con harina transgénica- en su población. Es algo en lo que seremos pioneros.
Al trigo transgénico lo pagamos entre todxs
La obtención del trigo transgénico HB4 fue posible gracias al aporte de conocimientos de la ciencia estatal argentina, la que pagamos todxs, en sociedad con el agronegocio. El CONICET fue quien aportó el conocimiento científico pagado con fondos públicos. Y el grupo BIOCERES, que también aportó, será el beneficiario. Si bien el desarrollo de esta falsa solución tecnológica es generosamente solventado con dineros públicos, los costos derivados de los posibles daños graves e irreparables, las llamadas externalidades de los OGM, son soportados por la sociedad en su conjunto.
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