La última vez que se vieron, Andrés Carrasco –expresidente del Conicet y reconocido por acompañar a los pueblos fumigados– le expresó su deseo de armar una red de científicas y científicos comprometidos con el ambiente y la lucha contra la agrotóxicos; le mandó un borrador con algunas ideas que tenía, al que llamó “ciencia digna” y al poco tiempo falleció.
Elizabeth Bravo, bióloga ecuatoriana que ya venía trabajando hacia años con la temática, tomó este gesto de Carrasco como un pedido de continuar el legado y así lo hizo.
Menos de un año después, el 16 de junio de 2015 –en el comiendo del Congreso de Salud Socioambiental– se lanzaba la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal). Además se designaba ese día como el de la Ciencia Digna, en homenaje al nacimiento de Carrasco.
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