Silvia Ribeiro*
Gran
 parte del maíz transgénico que Monsanto y otras empresas presionan para
 plantar en millones de hectáreas en México, es el tipo que provocó 
cáncer y otros daños a la salud (hígado y riñones, infertilidad, muerte 
prematura) en ratas de laboratorio, según un reciente estudio científico
 en Francia.  El estudio ha sido objeto de muchos reconocimientos 
científicos y también cuestionamientos. Pese a que las críticas vienen 
de científicos ligados a la industria transgénica, es muy saludable que 
se discuta este y cualquier otro experimento científico. Lo que es 
enfermo y no se justifica en ningún escenario es que mientras tanto, se 
autorice la siembra y consumo de maíz transgénico, sometiendo a la 
población a esos riesgos.
Si el gobierno aprueba esas solicitudes, 
México, por ser uno de los países de más alto consumo de maíz del mundo 
–comemos maíz cada día, durante toda la vida– se transformará en un 
gigantesco experimento de las transnacionales, las mujeres, niños y 
hombres seremos sus ratas de laboratorio. Si comparamos en extensión de 
vida, el cáncer y otros problemas empezarían a aparecer después de 
varios años de consumo –probablemente antes en los niños.
Las solicitudes son para Sinaloa y Tamaulipas, estados que como explicó Ana de Ita (La Jornada,
 16/10/12) , proveen de maíz a la ciudad de México y otras, por lo que 
el perverso experimento comenzaría masivamente apenas 6 meses después 
que se plantara ese maíz. Por ello crece la alerta en las ciudades tanto
 como en el campo, exigiendo que no se apruebe ningún maíz transgénico.
El estudio en Francia mostró resultados 
tan graves, que se ha convertido en un caso paradigmático, tanto sobre 
los riesgos de los transgénicos, como por revelar  la corrupción de 
científicos y agencias reguladoras, mostrando que el sistema que usan 
para evaluación de riesgos es altamente deficiente.
En septiembre 2012, Gilles-Eric Séralini y
 su equipo de la Universidad de Caen, Francia, publicaron los resultados
 de alimentar durante dos años a ratas de laboratorio con maíz 
transgénico NK603, resistente al herbicida Roundup, mostrando que 
produjo tumores cancerígenos y otros daños severos en ratas. Es el 
estudio más amplio que se ha realizado a nivel mundial y la revista que 
lo publicó, la más prestigiada en el tema de toxicología en alimentos.  
Séralini usó el mismo tipo de ratas y la 
misma metodología que había usado Monsanto con el maíz NK603, pero 
empleó un mayor número de ratas y prolongó el estudio durante toda la 
vida de éstas, mientras Monsanto lo interrumpió a los tres meses. Pero 
Monsanto afirmó que las ratas no tuvieron problemas y basadas en sus 
 datos, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) declaró que
 el maíz era 
seguropara el consumo. Curiosamente, los síntomas de daño aparecieron a partir del cuarto mes, lo que cuestiona el período de tres meses que usó Monsanto, aceptado por la EFSA. La EFSA ha sido objeto de muchas denuncias –incluyendo a la Corte Europea de Auditores- por sus relaciones incestuosas con la industria de transgénicos, de alimentos y de agrotóxicos, incluyendo haber eliminado informes críticos (como hizo con otro maíz transgénico en 2005) y que la mayoría de los científicos que cita y con quien trabaja en temas cruciales de riesgo sobre la salud, tienen conflicto de intereses. (Ver detalles en Corporate Europe Observatory)
Apenas publicado el estudio de 
Séralini, un centro de relaciones públicas financiado por la industria 
biotecnológica y otras industrias contaminantes, que se hace llamar 
Science Media Centre, (SCM) compiló citas de 
científicosque cuestionaban el estudio de Séralini, alegando problemas de metodología, que las ratas usadas tienden a desarrollar tumores, que eran pocas, que hay animales alimentados con maíz transgénico a nivel industrial pero no se reportan tumores, (ocultando que ni los buscan ni el caso es comparable por ser períodos de vida mucho más cortos). En pocas horas científicos ligados a los transgénicos en todo el mundo, incluso en México, repetían como loros los argumentos que les redactó este centro. Varios científicos citados por el SCM tienen vinculación con Syngenta, Monsanto y otras transnacionales de transgénicos. (Ver informe
Smelling a corporate rat, 12/12/12, SpinWatch).
La EFSA se pronunció contra el estudio y 
exigió a Séralini todos los documentos bases del mismo. Séralini demandó
 que el mismo tipo de documentos debían ser hechos públicos para el 
estudio sobre NK603 realizado por Monsanto, pero la EFSA se negó, 
alegando que era 
información confidencialde la empresa, demostrando sus dobles estándares.
A fin de noviembre, la EFSA publicó su informe, cuestionando la metodología de Séralini y afirmando que 
no hay que volver a examinar las evaluaciones previas de seguridad sobre el NK603, citando informes de otros países –todos sospechosamente similares. Pero Séralini usó las mismas ratas y la misma metodología que Monsanto, por lo que la conclusión obvia es que la metodología de Monsanto está errada, y por tanto se debe retirar del mercado todo lo que contenga maíz transgénico. Séralini publicó un nuevo artículo que contesta todos los cuestionamientos.
Pese a que el tema es mucho más grave para
 México, la comisión de bioseguridad (Cibiogem) solo publica la versión 
de EFSA, ignorando otros informes científicos que apoyan a Séralini, sus
 respuestas, e incluso a otras agencias gubernamentales, como la ANSES, 
Francia. Los científicos de Cibiogem y sus organismos deben declarar sus
 conflictos de interés y porqué eliminan los datos críticos a los 
transgénicos.
*Investigadora del Grupo ETC
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