La comunicación interna del Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA), la mayor institución “técnica” del agro argentino,
es clara: prohíbe a sus trabajadores utilizar el término “agrotóxico” en
escritos y publicaciones institucionales. Insta a llamarlos, como
proponen las empresas que los venden, “agroquímicos” o “plaguicidas”. Al
mismo tiempo, el INTA forma parte e impulsa una campaña para lavar la
imagen del agronegocio, la llaman “Red BPA (Buenas Prácticas
Agrícolas)”. Comparte políticas e intereses comunes con Monsanto, Bayer,
Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa) y todo el
empresariado transgénico. El emisor del correo con la prohibición,
Hernán Trebino, defendió su decisión: “Cualquier ingeniero agrónomo sabe
que los agroquímicos bien utilizados no producen efectos negativos en
la salud”. Y retrucó: “Todo puede ser perjudicial. Si te das una
sobredosis de aspirinas, seguro te hace mal”.
INTA
El
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) fue fundado en
1956 y cuenta con presencia en todas las provincias y cientos de
localidades de la Argentina profunda. Es un ente autárquico, aunque está
en sintonía con las políticas agrarias marcadas por el gobierno
nacional. Sus máximas autoridades son cargos políticos. Suele definirse
como una entidad “científico-técnica” del campo y existe un gran sentido
de pertenencia de ser “intiano”. Autoridades y los más fanáticos suelen
hablar de “familia” del INTA y se ufanan de tener “la camiseta puesta”.
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Más:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226874
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