Nuevo principio toxicológico: no importa lo letal que pueda ser un veneno para cualquier forma de vida animal, si no mata instantáneamente a los seres humanos, entonces es seguro.
Morton Biskind,
médico de Westport, fue un hombre valiente. En el momento más crítico de
la Guerra Fría, en 1953, denunció la aparición de ciertas enfermedades
tanto en los animales domésticos como en las personas. Llegó a la
conclusión de que el popular insecticida DDT era el agente que provocaba
aquellas enfermedades. El DDT dijo que era “peligroso para toda forma de vida animal, desde los insectos a los mamíferos”.
Sin embargo, se
sorprendió de lo poco que se hizo para restringir o prohibir sus uso. Al
contrario, las autoridades y los científicos lo defendieron:
“Prácticamente todo el aparato de comunicación, tanto lego como científico, se han empeñado en negar, ocultar, censurar
o distorsionar… (las noticias negativas sobre el DDT). La difamación,
la calumnia y el boicot económico también se han empleado… Y ha
arraigado un nuevo principio toxicológico: no importa lo letal que pueda
ser un veneno para cualquier forma de vida animal, si no mata
instantáneamente a los seres humanos, entonces es seguro. Cuando se
comprueba que ha matado efectivamente a un ser humano, entonces se echa
la culpa a la víctima, que si era alérgica o que.. no lo usó
correctamente”, escribía el Dr. Biskind en 1953.
La advertencia del Dr. Biskind no llegó a
ninguna parte. El Pentágono estaba probando sus armas nucleares sobre
el terreno y la Agroindustria estaba en su tarea de conquista de la
zonas rurales, y el mundo. Los intereses estratégicos del Pentágono
coincidían con los de la Agroindustria.
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