El Conicet y la UNL descubrieron la toxicidad de una bacteria muy usada para combatir mosquitos, y que fue introducida por manipulación genética en el maíz Bt, de gran distribución en el país.
Con la excusa de matar mosquitos y controlar mariposas, cuyas
larvas se alimentan de hojas o tallos de los cultivos, los transgénicos
terminan afectando ranas, lombrices, generando resistencias en algunos
insectos, o impulsando el desarrollo de otros.
Todo ello impacta en la salud de la propia especie humana, y a
veces de modo directo, porque la búsqueda de ganancias lleva a cambiar
la genética en semillas e incorporarle bacterias que, en última
instancia, no se sabe bien cómo evolucionarán, metidas a la fuerza en un
lugar que no es el suyo.
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