En esta lucha tan ardorosa, que parece campear en nuestra América
Lapobre, entre progresistas y neoliberales o, si se quiere, entre
inclusionistas y promitentes demócratas made in USA, algunos puntales permanecen inamovibles.
Es el caso de Lino Barañao, actual ministro de Ciencia y Técnica.
Durante
el menemato, a fines, alcanzó la jefatura de CONICET, nombramiento y
premio seguramente vinculado con su pasaje como investigador por
universidades en EE.UU.
Con el cambio de siglo formó parte del
equipo monsantiano que logró implantar una hormona transgénica en las
vacas para incrementar su “producción” de leche.
Se trató de una
transgénesis que fue muy cuestionada por varias autoridades
bromatológicas y alimentarias, por ejemplo en la Unión Europea y en
Canadà.
Por lo cual, EE.UU y Argentina quedaron como únicos cultores de tal “adelanto” tecnocientífico. 1
La
implantación de somatropina en EE.UU. su cuna, no fue hecha con
facilidad. Samuel Epstein, un muy destacado oncólogo estadounidense que
pusiera al desnudo la pésima política del establishment médico de EE.UU. ante los cánceres, cada vez más omnipresentes en la sociedad, dijo sobre la somatropina: “Con la complicidad de la FDA [Dirección Federal de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.] el
país entero está siendo sometido a un experimento que implica la
adulteración de la dieta común establecida de antiguo, por un producto
biotecnológico de pobres características y sin etiquetar… esto supone
grandes riesgos potenciales para la salud de toda la población
estadounidense.” 2
...
Más:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206688
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