lunes, 28 de diciembre de 2015

Canibalismo corporativo: lo que sigue

a fusión entre Monsanto y Syngenta, dos de las más grandes y combatidas empresas de semillas transgénicas y agrotóxicos a escala mundial, parecía una mala fantasía. Hoy es probable y sólo una de las fusiones espectaculares que están ocurriendo. Aunque Syngenta rechazó por segunda vez a Monsanto –quiere más dinero–, otras dos gigantes, DuPont (dueña de Pioneer) y Dow Chemicals, acordaron apenas hace unos días fusionarse. Monsanto sigue intentando con Syngenta. Es apenas un rincón del escenario: los planes de las corporaciones van más allá, en pos de controlar sectores claves y cada vez más grandes de la producción agroalimentaria.

En 1981, el Grupo ETC (entonces llamado RAFI) denunció que las empresas de agroquímicos estaban comprando las semilleras y que su objetivo era desarrollar cultivos que toleraran los tóxicos de las propias empresas, para crear dependencia de los agricultores y vender más veneno, su negocio más lucrativo. Nos llamaron alarmistas, dijeron que tal tecnología nunca iba a existir; hasta que en 1995 la industria comenzó a plantar transgénicos: exactamente ese tipo de semilla.
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Más:
http://www.jornada.unam.mx/2015/12/26/opinion/021a1eco

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