Los organismos genéticamente modificados (OGMs), también conocidos como “transgénicos”, son seres vivos, plantas o animales que a través de la biotecnología moderna han sido manipulados genéticamente en su genoma, transfiriéndoles genes de otros seres vivos para poseer características específicas deseadas. En el caso de la agricultura, resistencia a plagas y al herbicida glifosato.
Muy pocos cultivos transgénicos están orientados a la resistencia a las sequías, a la salinidad, acidez de los suelos y a la biorremediación de los mismos, o a mejorar la calidad nutritiva de los granos y oleaginosas.
Las grandes corporaciones multinacionales como Monsanto, Cargill, Dupont, Bunge y Bayer promueven los cultivos transgénicos de maíz, papa y soya como la panacea para la productividad y la seguridad alimentaria en el mundo, lo cual no es del todo cierto, ya que para la creación de semillas transgénicas se sirven de los avances en productividad, resultado de investigaciones y tecnologías generadas en centros de investigación y universidades públicas a través de la selección, cruzamiento y mutaciones. Por lo que el aditivo en un transgénico, es la manipulación de su genoma, en el caso del maíz, insertando restos de ADN con genes de otros organismos vivos con caracteres específicos de resistencia a herbicidas como el glifosato “que combate las malezas y no a la planta del maíz”, o en el maíz Bt, donde se insertan secuencias de ADN de la bacteria Bacillus thuringiensis que secreta una toxina llamada Bt que mata insectos y plagas del maíz, pero también mata otros insectos benéficos como los polinizadores.
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