miércoles, 9 de abril de 2025

Veneno nuestro de cada día

Un tribunal de Estados Unidos halló culpable a la empresa Bayer de haber enfermado a un campesino que se contaminó con un producto a base de glifosato. Es el noveno fallo en ese sentido, pero el glifosato tiene aún una larga vida por delante.

El fallo se produjo en el estado de Georgia y es el noveno en el que la transnacional alemana es condenada a indemnizar a un trabajador agrícola que contrajo cáncer por haber estado en contacto con uno de los herbicidas más vendidos en todo el mundo, el Roundup, elaborado a base de glifosato. La suma que deberá pagar es una de las más altas estipuladas hasta ahora por la Justicia de Estados Unidos: un total de 2.065 millones de dólares, entre daños compensatorios (65 millones) y daños punitivos (2.000 millones). Pero a Bayer le espera además una enorme cola de otros juicios por casos similares: más de 60 mil personas la han demandado por los daños a la salud que les ha causado el Roundup y también por la política de ocultamiento que la empresa ha seguido sobre los perjuicios potenciales que su uso puede acarrear a las personas, además de al medioambiente. Bayer sostiene, como todas las transnacionales del sector, que los pesticidas y los herbicidas que comercializa, en especial el Roundup, son inocuos y niega que el glifosato sea cancerígeno, a pesar de la cada vez mayor cantidad de estudios científicos independientes que así lo afirman. La corporación produce sus propios análisis o contrata a laboratorios para que los hagan y los presenta como probatorios de la inocuidad de sus productos, a menudo con la complicidad de organismos supuestamente regulatorios, pero sus triquiñuelas (des)informativas, y las de sus pares del sector, están siendo ventiladas por denuncias de algunos de sus propios ejecutivos o exejecutivos y fundamentalmente por investigaciones periodísticas.


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