jueves, 6 de abril de 2017

Los transgénicos dividen a la UE entre dudas sobre sus efectos en la salud

La Comisión Europea y un comité técnico y científico tendrán la última palabra después de que una mayoría de Estados rechazara renovar la única licencia que ha dado desde 1998 para cultivar vegetales genéticamente modificados en territorio comunitario y conceder dos más.

¿Los transgénicos, las plantas y animales con el ADN alterado para modificar su ciclo, son buenos o malos? ¿Lo son para la producción agropecuaria o para la salud humana? Tres décadas después de que, en 1983, naciera la primera planta transgénica en EEUU –un tabaco resistente al antibiótico canamicina-, y dos y media después de que, en 1994, se conociera en ese mismo país el tomate Flav Savr –con el sabor potenciado-, sigue sin haber unanimidad, ni nada que se le parezca, en torno a este asunto.

El último debate sobre él terminó en tablas en el Parlamento Europeo: ni partidarios ni detractores lograron una mayoría suficiente para autorizar el cultivo en la UE de dos nuevos tipos de maíz –los BT11 y 1507 de Pyonneer y Singenta- y la reautorización del MON810 de Monsanto –el único permitido desde 1998-, por lo que la decisión queda en manos de la Comisión Europea, que antes de decidir sobre la primera ampliación de permisos desde 1998 deberá escuchar a un comité técnico y científico. Sí hay una mayoría de Estados en contra de dar esos permisos –España no está entre ellos pese a que 17 países han vetado su cultivo-, pero no suman un volumen de población suficiente.
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