Descubriendo Entre Ríos: El entrerriano Lajmanovich explica la gravedad
del caso. El Conicet y la UNL descubren la toxicidad de una bacteria
muy usada para combatir mosquitos, y que fue introducida por
manipulación genética en el maíz Bt, de gran distribución en el país
Estimulado por la ganancia, el hombre mete mano en el ecosistema sin saber, y todo lo distorsiona.
Con la excusa de matar mosquitos y controlar mariposas, cuyas larvas se
alimentan de hojas o tallos de los cultivos, las empresas terminan
afectando vaquitas de San Antonio (los llamados benéficos), ranas,
lombrices, generando resistencias en algunos insectos, o impulsando el
desarrollo de otros.
Todo ello impacta en la salud de la propia especie humana, y a veces de
modo directo, porque esa misma búsqueda de ganancias lleva a cambiar la
genética en semillas e incorporarle bacterias que, en última instancia,
no se sabe bien cómo evolucionarán, metidas a la fuerza en un lugar que
no es el suyo.
Sin contar lo que significa, para el planeta, la contaminación de todas
las semillas con organismos modificados por el hombre y la consiguiente
pérdida de biodiversidad en el altar de una uniformidad que, gracias a
la propaganda del sistema, se va naturalizando.
¿Impacto masivo?
El investigador entrerriano del Conicet Rafael Lajmanovich
comentó, ante nuestro pedido, la relevancia de un trabajo de
investigación que apunta sobre los transgénicos, justo cuando nuestro
país está aprobando modificaciones genéticas en el maíz.
Los científicos, entre los que se encuentra el paranaense, sugieren en
esta obra que las toxinas pueden impactar de manera masiva en los
ecosistemas, sin excluir daños en los alimentos de las personas.
La sola advertencia, originada en personas que saben, debiera generar
respuestas en todos los ámbitos, empezando por los gobiernos y
lasmultinacionales.
Lajmanovich es Profesor Titular de la Cátedra de Ecotoxicología de la
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional
del Litoral. Hace décadas que este entrerriano estudia embriones,
principalmente de ranas, y advierte y divulga la incidencia negativa que
sufren, de los químicos usados en la agricultura.
También estudia, con otros investigadores, el uso pesticida de bacterias
como Bacillus thuringiensis (Bt). El trabajo que señalamos aquí,
difundido este mes, fue realizado por los investigadores Celina Junges,
Mariana Cabagna Zenklusen, Andrés Attademo, Paola Peltzer, Mariana
Maglianese, Vanina Márquez, Alejandro Beccaria y el propio Rafael
Lajmanovich.
Sus nombres mismos, y la pertenencia de algunos al Conicet o la UNL, indican que estamos en lo más alto de la ciencia argentina.
En sus conclusiones, los expertos afirman que la exposición a la
formulación comercial del bacilo Bti, incluso a bajas concentraciones y
por un período relativamente corto, puede inducir genotoxicidad y daño
intestinal en renacuajos de la rana común. Ahí está el punto. En un
sistema de por sí ya jaqueado por los agronegocios, ¿cuánto más
padecerán las especies? ¿Y cuánto debe servir de advertencia, en vistas
de la salud del mismo ser humano que respira los químicos rociados, y
come las semillas del maíz modificadas, ya con la bacteria metida por la
fuerza en el mismo plato de los niños?
Un insecticida a temer
La investigación recuerda que el uso mundial de pesticidas
asciende a cerca de dos millones de toneladas por año. La mitad del
comercio de plaguicidas implica biopesticidas, y más del 60% de este
comercio está relacionado con Bacillus thuringiensis.
Bacillus thuringiensis (Bt) es una bacteria común en el suelo. Sus
esporas contienen proteínas tóxicas para ciertos insectos. Estas
proteínas, denominadas “Cry” o cristal paraesporal, se activan en el
sistema digestivo del insecto y se adhieren a su epitelio intestinal.
Así provocan la formación de poros en el tracto digestivo larval,
alteran el equilibrio osmótico del intestino. De allí a la parálisis del
sistema digestivo del insecto, que ya no se alimenta y muere.
En los últimos años se han utilizado los genes Bt para la producción de
organismos genéticamente modificados (OGM), es decir, cultivos
resistentes a los insectos. Por ejemplo, el maíz Bt con reconocidas
propiedades contra insectos como los llamados barrenadores.
El maíz Bt es hoy uno de los cultivos más extendidos en nuestra región, y en el mundo.
La variedad Bt israelensis (Bti) se utiliza en todo el mundo por su
eficacia para el control de mosquitos, y es uno de los métodos más
recomendados para el control del vector del dengue.
No es poca cosa. Los científicos recuerdan que en el mundo se usan de 70
a 300 toneladas métricas de producto formulado por año, con ese fin.
Hasta ahora, las investigaciones permitían afirmar que Bti era
inofensivo para los organismos no objetivo, es decir, aquellos a los que
no va dirigido, por su modo de actuar (dentro del intestino).
Sin embargo, otros autores veían ya que los efectos de Bti en anfibios
habían recibido poca atención, y señalaban que las pruebas utilizadas
para justificar la aprobación para el uso y la liberación de los
productos Bt en el mercado, así como los protocolos que se utilizan para
evaluar su toxicidad, eran extremadamente superficiales.
Hay un dato adicional: “Productos a base de Bt se distribuyen en
diferentes tipos de formulaciones en muchos países. El contenido central
se mezcla con aditivos, agentes humectantes, adhesivos, protectores
solares y agentes sinérgicos... Estos aditivos enumerados como
ingredientes ‘inertes’ en las etiquetas permanecen sumidos en secreto
comercial por los fabricantes de los productos”.
Así, las formulaciones contienen mejunjes distintos de Bt que pueden
potenciar la toxicidad. “La toxicidad de Bti-AS larvicida puede ser
fortalecida por la presencia de componentes peligrosos contenidos en los
llamados ingredientes inertes incorporados en las formulaciones de
plaguicidas”, se lee.
Daños en renacuajos
“El presente estudio muestra varias alteraciones
histológicas del epitelio intestinal en los renacuajos tratados. Dos
síntomas histológicos se distinguen en todas las concentraciones Bti-AS:
la infiltración en el tejido conectivo subyacente al epitelio y
dilatación de los vasos sanguíneos. Ambas alteraciones epiteliales son
consideradas como mecanismos de defensa de los organismos contra un
factor de estrés. Esta interpretación es apoyada por observaciones en
renacuajos sobrevivientes, que mostraron sólo las formas moderadas de
displasia intestinal. En muchos casos las reacciones de defensa de las
larvas eran insuficientes ... No está claro por el momento si el daño
intestinal es reversible en renacuajos”.
Acerca de este último aporte de los científicos, publicado en inglés en
Elsevier, una editorial líder en la difusión de investigaciones de
salud, dijo Lajmanovich: “demostramos la potencial genotoxicidad y
efectos sobre el sistema digestivo de animales del Bacillus
thuringiensis. Sus toxinas se usan para el control de larvas de
mosquitos y actualmente es parte de los OMG (organismos genéticamente
modificados), en especial el conocido maíz Bt.
Existe un intenso debate científico por la potencialidad (del maíz Bt)
para producir ‘contaminación genética’ en los maíces criollos, y sobre
las toxinas Cry del BT sobre su aparente ‘no inocuidad’ para los
vertebrados (animales y humanos)”.
Los estudios realizados en renacuajos de Leptodactylus latrans (rana
criolla) resultaron, como se puede observar, de enorme utilidad y
provocarán nuevos debates en torno de los insecticidas y la manipulación
genética.
Cruzamientos peligrosos
La revista del Grupo Semillas de Colombia publicó un
estudio sobre la contaminación genética de las razas del maíz criollo en
el norte de Sudamérica.
“El maíz es una planta de polinización cruzada. El polen es viable 24
horas y es dispersado por el viento y los animales. Una planta de maíz
libera 14 a 50 millones de granos de polen. Varios estudios realizados
sobre la distancia a la cual el polen de maíz es transportado por el
viento muestran que con vientos lentos a moderados se presenta alta
concentración de polen a 1 metro de la fuente; 2% llega a 60m; 1,1% a
200m, 0,5% a 500m y 0,2 % a 800m.
Si es transportado por insectos: el polen viaja varios kilómetros. Con
vientos fuertes el polen puede viajar hasta a 180 km. La Agencia Europea
de Medio Ambiente considera que el maíz tiene ‘riesgo medio a alto’
para transferencia de genes hacia otras plantas de la misma especie.
Adicionalmente el Instituto Tecnológico de Gestión Agraria de Navarra
(España) encontró dispersión de polen de maíz a distancias por lo menos
de 500m. Un estudio de la Unidad Nacional de Investigación sobre polen
del Reino Unido señaló que el porcentaje de flujo de polen y cruzamiento
de maíz que se presenta a una distancia de 600m es de 0,8% y a 800m de
0,2%”.
“Estos datos evidencian el peligro real que existe de que el polen del
maíz transgénico pueda contaminar variedades nativas de los centros de
origen, como se presentó en México. También la contaminación de las
variedades locales y convencionales de países como Colombia, que son
centros de diversidad del maíz. Para el caso de México, varios análisis
han mostrado que gran parte de las semillas nativas de las comunidades
indígenas y campesinas están contaminadas con maíz transgénico importado
de Estados Unidos. Esta situación ha generado una fuerte movilización y
rechazo por parte de las organizaciones de México, mediante campañas y
acciones en defensa de la cultura del maíz”.
“Colombia presenta gran diversidad de maíces nativos, de los que se han
referenciado cientos de variedades pertenecientes a 23 razas,
especialmente en la región Caribe y en la región Andina, que son las
áreas donde las comunidades indígenas y campesinas las han conservado y
manejado (por ejemplo: maíz azulito, cariaco, negrito, piedrita, ojo de
gallo, diente caballo, clavito, montañero, puya y chamí, entre otros.)
Estos maíces han sido la base fundamental para la soberanía alimentaria,
especialmente de las poblaciones rurales. Uno de los principales
peligros que tendría introducir maíz transgénico en Colombia, es que los
genes modificados genéticamente se transfieran hacia las variedades
criollas y las contaminen, perdiéndose así las características
originarias de este importante patrimonio genético del país”.
Regalitos del sistema
Monsanto y otras multinacionales son responsables principales, con los
gobiernos que autorizan sus patentes, del riesgo ambiental de las
manipulaciones genéticas.
“El maíz RoundUp Ready (RR) -dicen los colombianos- ha sido modificado
genéticamente para expresar tolerancia al herbicida glifosato de
Monsanto. Una de las mayores preocupaciones de liberar este maíz en
Colombia, es la transferencia de los genes que dan esta característica
de resistencia, hacia los maíces criollos o hacia las malezas de
gramíneas cercanas a esta especie, lo que podría generar nuevas malezas
resistentes a herbicidas.
Sería casi imposible impedir que esta situación se presente, tanto por
condiciones ambientales o por el uso, manejo e intercambio del maíz que
realizan las poblaciones rurales. Una vez el maíz transgénico circule
libremente dentro del país, bien sea vía alimentos importados o a través
de cultivos comerciales, no es posible realizar un control que evite el
ingreso de este tipo de maíz a las diferentes regiones y comunidades en
las cuales se siembra maíz e inevitablemente, tarde o temprano sus
variedades criollas serán contaminadas”.
“El maíz Bt es una variedad a la cual se le ha introducido genes de una
bacteria del suelo llamada Bacillus thuringiensis. Esta bacteria produce
una toxina que controla algunos insectos plaga de la familia
Lepidóptera (mariposas). Cuando se libera comercialmente un cultivo de
maíz Bt en un país como Colombia, podrían ocurrir varios eventos, entre
los que podremos enumerar: las plagas podrían adquirir la resistencia a
la toxina Bt, debido a la exposición permanente a la toxina (durante
todo el ciclo de cultivo). Esto ya ha ocurrido en la agricultura
convencional debido al abuso de insecticidas, problema que podría
agudizarse con el uso masivo de los cultivos Bt”.
“La toxina Bt, en las condiciones de un cultivo transgénico se encuentra
permanentemente en la planta. Esto quiere decir que la planta se
convierte en un bioplaguicida, que se produce durante todo el ciclo del
cultivo y en una mayor concentración que cuando dicha toxina es aplicada
de forma asperjada. Además, estamos hablando de la capacidad que tiene
la toxina de autorreproducirse dentro de un ser vivo que se transmite de
una generación a la siguiente. Por lo anterior, las autoridades
competentes en materia de bioseguridad, tanto en Estados Unidos como en
Europa, requieren una evaluación mucho más estricta para los cultivos Bt
con respecto a otro tipo de cultivos transgénicos”.
“Otro evento que podría ocurrir con un cultivo Bt es que al controlar
una plaga primaria, las plagas secundarias que no son controladas por la
toxina del cultivo se conviertan en plagas principales. Esto
ocasionaría que se tenga que utilizar mayor cantidad de insecticidas
para su control, situación ya ocurrida en la China con el cultivo de
algodón Bt luego de 5 años de cultivo y evaluación, entre 1997 a 2001”.
“Además, las toxinas que producen estas plantas, pueden afectar a los
insectos benéficos que ayudan al control de plagas en los cultivos”.
“En Suiza, un experimento con larvas de Crisopa carnea reveló que la
mortalidad de éstas se duplicó cuando consumieron larvas de taladradores
alimentados con maíz Bt de Novartis. En el Reino Unido, en un estudio
con coccinélidos, que son controladores de plagas, se encontró que
fueron afectados por la toxina Cry 1Ab en maíz Bt. Adicionalmente,
pueden existir impactos sobre los microorganismos del suelo a partir de
los residuos de cosecha y exudados en el suelo de los cultivos Bt. En el
mundo, no se han realizado estudios suficientes que evalúen estos
posibles efectos y su impacto en los ecosistemas. Un estudio realizado
en la Universidad de Nueva York encontró que la toxina Bt permanece
activa en el suelo hasta 234 días. Igualmente en Estados Unidos un
estudio demostró que la toxina Bt tiene efectos tóxicos en la lombriz
Lumbricus terrestres”.
Por supuesto que, luego de diversas consideraciones, el estudio llama a
rechazar los patentamientos de semillas, los OGM, y la introducción de
semillas transgénicas en el país, sostenido en principios de precaución.
La Argentina, y dentro del país Entre Ríos, han introducido semillas con
cambios genéticos sin más análisis que las presuntas ventajas
económicas. ¿La biodiversidad, la salud? Bien, gracias.
De:
http://www.unoentrerios.com.ar/laprovincia/Otro-descubrimiento-lleva-a--los-transgenicos-al-banquillo-20141201-0001.html
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