Cuando nació su hija Martina, María Liz Robledo solo pudo tenerla en
brazos durante diez minutos. Apenas trató de darle la teta por primera
vez, la beba comenzó a despedir un líquido verdoso de su nariz que no la
dejaba respirar. María Liz la corrió de su pecho pero el proceso no se
detenía. Su hija se estaba asfixiando. Los médicos que llegaron a la
habitación y se la llevaron no le dieron explicaciones. Cuando uno de
ellos volvió, le explicó que su hija había nacido con una malformación
congénita, un pequeño canal que conectaba el aparato digestivo con el
respiratorio, y que se moriría si no la operaban de inmediato. Después
de un embarazo que había transitado sin sobresaltos, María Liz tuvo que
firmar un consentimiento para que su hija, a la que apenas conocía,
tuviera una pequeña posibilidad de seguir con vida.
...
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http://www.entornointeligente.com/articulo/9094542/Tienen-que-ser-juzgados-por-los-crimenes-que-estan-cometiendo-15102016
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