La
Comisión Europea presentó el pasado día 21 una propuesta para la
regulación de estas sustancias químicas. Una laguna legal podría
mantener miles de toneladas de los peligrosos plaguicidas en el mercado
de la UE
Por Stéphane Horel, 21 de diciembre de 2016
Este artículo se publicó originalmente en el diario Le Monde el pasado 20 de diciembre.
Se trata de
un párrafo desconectado del texto que le precede, agregado en la parte
inferior del documento en el último minuto, con una redacción farragosa e
impenetrable, que hace referencia a la introducción de una excepción
para aquellos productos que impiden el desarrollo de organismos nocivos. Pero dicho con palabras llanas, no es ni más ni menos que una concesión de la Comisión Europea al lobby de los plaguicidas.
Con tres
años de retraso, la Comisión Europea debe someter a votación su
propuesta de regulación de los disruptores endocrinos, esas sustancias
químicas capaces de interferir con el sistema hormonal de los seres
vivos, incluso a dosis muy pequeñas. Se supone que esta propuesta
debiera establecer una estricta normativa europea sobre plaguicidas, es
decir, la del reconocimiento de los plaguicidas como disruptores
endocrinos.
Por lo
tanto, se trataría de establecer los criterios que la Comisión Europea
ha elaborado y que permitirían identificarlos, y posteriormente los
representantes de los Estados miembro deben adoptar o rechazar. La
votación tendrá lugar en el Comité Permanente de la Cadena Alimentaria y Seguridad Animal, después de 6 meses de negociaciones.
Si el
diablo se esconde en los detalles, ese párrafo insertado por la Comisión
Europea en el último minuto es todo menos algo anecdótico. Mientras que
la regulación de los plaguicidas exige la eliminación de los
disruptores endocrinos del mercado, ese párrafo crea una excepción en
todo un grupo de plaguicidas que tiene la particularidad de… ser
disruptores endocrinos. De hecho algunos plaguicidas eliminan insectos o
plantas que son considerados como plagas para los cultivos actuando
sobre su sistema hormonal bloqueando su desarrollo o crecimiento. En
otras palabras, se trata de plaguicidas que han sido diseñados para ser
disruptores endocrinos. En lugar de utilizar estos conocimientos para
identificarlos y prohibirlos, la Comisión Europea propone que se
mantengan.
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