jueves, 25 de abril de 2013

Sin ninguna duda y sin signos de interrogación decimos claramente que: “las corporaciones del agronegocio capacitaron a docentes en Saladillo”

Habiendo leído el “material didáctico” entregado a los docentes en la capacitación auspiciada por Argenbio creemos que no nos equivocamos al decir que dicha capacitación tenía como objetivo principal el de legitimar al modelo del agronegocio y de las semillas transgénicas, dado los intereses económicos clarísimos que unen a las grandes corporaciones del campo y sus socios locales (fundadoras de Argenbio) con dicho modelo.

El “material didáctico” es directamente una propaganda de las semillas transgénicas que dichas corporaciones patentaron y piensan patentar, desconociendo y escondiendo la enorme cantidad de países que no aceptan transgénicos, los conflictos comerciales que existen por tales causas, los trabajos científicos que los cuestionan y los impactos sociales y ambientales que dicho modelo transgénico ha provocado.

Por lo contrario se afirma que no hay una sola prueba en contra de los transgénicos, que son amigos del ambiente, que requieren menos tóxicos, que no es importante etiquetarlos para que el consumidor los identifique y que son seguros. (Casi un cuento de hadas).


En forma muy discriminatoria, sobre todo considerando que se trata de un material supuestamente educativo, califica a los pequeños productores orgánicos como “gente pobre que no tiene dinero para comprar fertilizantes y plaguicidas”. Realmente una vergüenza.
Existen numerosas evidencias de problemas con los transgénicos tanto en su técnica de producción, como en su cultivo. Esta información está recopilada en numerosos informes como por ejemplo: “La amenaza transgénica” del Dr. Kacsewer y “En defensa de un mundo sustentable sin transgénicos” del Grupo de Ciencia Independiente. Eric Seralini es otro prestigioso científico europeo que ha encontrado en varias investigaciones resultados comprometedores para el modelo transgénico.
Recordamos que el Dr. Kacsewer estuvo en Saladillo presentando este libro en la feria del libro de Saladillo y también en el Círculo médico de nuestra ciudad y que el Grupo de Ciencia Independiente está integrado por científicos perseguidos por las corporaciones del campo (muchas de ellas fundadoras de Argenbio) justamente por realizar investigaciones que arrojan resultados que prueban que los alimentos transgénicos no son seguros.
Por otro lado, la mirada cortoplacista, simplista, productivista y reduccionista que tienen los defensores del agronegocio ha hecho que sean incapaces de ver el sistema en su conjunto y por consiguiente imaginan un mundo donde el hombre puede dominar a la naturaleza e incluso “hacer desaparecer” todo aquello que supone no tiene ninguna razón de ser y por lo tanto le molesta. La realidad es que todos los transgénicos hasta ahora aprobados sirvieron para que las multinacionales vendan más semillas y más agrotóxicos y para que los costos de producción agrícola se incrementaran 3 o 4 veces en dólares durante los últimos 10 años.
La lluvia de agrotóxicos que exigen no sólo ha enfermado a la población sino que además ha generado resistencia en plantas e insectos obligando a dosis crecientes de agrotóxicos, mezclas y aplicación de venenos cada vez más peligrosos (recurriendo incluso a algunos que habían caído casi en desuso por su alta toxicidad y persistencia). Otro de los problemas es que el polen transgénico vuela y contamina a otros cultivos, haciendo que a mediano plazo sólo queden monocultivos transgénicos y se pierdan variedades nativas, como ocurrió en Méjico con el maíz y obviamente también está pasando en Argentina.
Para alimentar al mundo no hace falta meterse con los genes de los seres vivos, la naturaleza nos brinda suficiente variedad y calidad de alimentos que en manos de la agroecología, productores familiares y campesinos alcanzarían para combatir en serio al hambre.
El poder que les otorga este modelo a las multinacionales es muy grande, a tal punto que ahora pretenden un cambio en la ley de semillas de Argentina para patentar todo y evitar que el productor guarde, proteja y cultive su propia semilla.
A todo esto se suma el despoblamiento rural, el crecimiento insustentable de enormes ciudades con barrios carenciados habitados en su gran mayoría por gente desplazada del campo, deforestación sin precedentes, pérdida de biodiversidad y concentración en pocas manos de la producción.
Nada de esto dice el “material didáctico” de Argenbio y no somos nosotros quienes tenemos que hacer “quórum” en esas capacitaciones ya que así como nunca asistiríamos a una capacitación sobre minería auspiciada por “La Barrick”, tampoco lo hacemos con las que organizan las corporaciones del agronegocio. Dejamos muy en claro que una cosa es una charla o un debate (que apoyamos) y otra muy distinta una capacitación docente auspiciada por corporaciones.
Es la primera vez en toda la historia de la humanidad, en que se pretende alimentar al mundo con organismos genéticamente modificados y artificiales, y sin embargo la soberbia y el interés económico de Argenbio es tan grande que no se permiten ni siquiera una sola duda y esto lo trasladan a un material didáctico para reproducir en las escuelas.
Ratificamos que AAPRESID repartió soja en los comedores de gente hambrienta y que esto agravó la desnutrición especialmente en niños. Agregamos que por este motivo la Sociedad Argentina de Pediatría emitió un informe donde, entre otras cosas, expresa:
Cualquiera sea la proteína que se tome como patrón, siempre la proteína de la leche y de la carne es un 15 - 20% de mejor calidad que la proteína de la soja.
Existen factores negativos de la soja en la alimentación infantil por los cuales se recomienda no utilizar el poroto de soja como base de la alimentación en niños menores de 5 años y su consumo se considera especialmente contraindicado para menores de dos años”
En el caso de las mujeres embarazadas, tampoco sería apropiado enfatizar el consumo de la soja como alimento principal, si bien podría ser consumida como parte de una alimentación completa y variada
Las recomendaciones consideran que el consumo de soja en la alimentación debe hacerse sólo en personas sanas, mayores de cinco años, incorporándola como el resto de las legumbres en cantidades de hasta 25 gramos por porción, 2 o 3 veces por semana.
Nunca usar soja en condiciones de desnutrición porque puede agravar la situación

Finalmente, en relación a lo dicho en una carta escrita por un socio de AAPRESID, en el sentido de que esta entidad como parte de su campaña de “soja solidaria” dictó cursos de cocina para que los argentinos “aprendieran a cocinar soja” transcribimos textualmente el informe del Departamento de Nutrición de la Sociedad Argentina de Nutrición (año 2002):
“La cocina de un pueblo resume las condiciones ecológicas y económicas en que se ha desarrollado, las respuestas nutricionales que ha encontrado y el sentido que le ha dado acerca de qué es comer bien, cuándo, cómo y con quiénes hacerlo, a lo largo de su historia. La identidad alimentaria es parte de la identidad de las personas tanto como de los grupos. Los hábitos de consumo de una población se construyen basándose en sus creencias, valores y en la disponibilidad y accesibilidad de los alimentos. Si bien los hábitos están en permanente cambio, éste es tanto más lento y cuidadoso cuanto más cerca del nivel de la supervivencia se encuentra el grupo, porque toda modificación implica un riesgo frente a la cultura alimentaria que resume los productos reiteradamente probados”.

Gabriel Arisnabarreta
Ingeniero agrónomo
ECOS DE SALADILLO.


Fuente:
http://www.cnsaladillo.com.ar/nota.php?noticia=57370

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