Es el sueño de la industria maderera, pero una visión horrible para
otros sectores: plantaciones masivas de eucaliptos modificados
genéticamente en Brasil, Sudáfrica, Indonesia y China, diseñados para
crecer un 40% más rápido que pueden ser usados como papel, combustible
para automóviles o gránulos para centrales eléctricas.
Esa situación está muy cerca, según asegura Stanley Hirsch, director
ejecutivo de la empresa de biotecnología israelí FuturaGene, en el
diario británico The Guardian. Afirma que lo único que falta son los permisos de los Gobiernos para cultivar los árboles comercialmente y el respaldo de los grupos de conservación.
FuturaGene ha pasado 11 años probando
miles de eucaliptos genéticamente modificados en parcelas de Israel,
China y Brasil, ahora se encuentra en las últimas etapas del proceso
regulatorio brasileño para la siembra comercial. Gracias a un gen tomado
de una mala hierba común de rápido crecimiento, la compañía ha
encontrado una manera de alterar la estructura de las paredes celulares
de las plantas para estimular el proceso natural de crecimiento.
La compañía afirma que sus eucaliptos modificados pueden crecer 5 metros
al año con una masa de un 20 o un 30% superior al de un árbol normal.
En sólo cinco años y medio alcanzarían los 27 metros de altura.
Hirsch afirma que la técnica genética supone un "cambio de juego" y se
ajusta a la "economía verde global" de la ONU. "La tecnología puede ser
adaptada a cualquier árbol y podemos tener una fuente completamente
nueva de combustible. Quiero salvar el mundo", proclama Hirsch, que
espera tener permisos para cultivar sus productos en 2015.
Los árboles
genéticamente modificados han sido cultivados experimentalmente desde
1986, pero a pesar de 700 ensayos de campo, principalmente en Estados
Unidos, con eucaliptos, pinos, álamos y árboles frutales, las
legislaciones de los países han retrasado los permisos y muy pocos han
llegado al mercado.
De hecho, el propio Hirsch reconoce que en su proyecto existen peligros y riesgos potenciales que incluyen que los árboles transgénicos
sean cada vez más invasivos, efectos negativos en los suelos y en los
organismos vivos y consecuencias en la cadena de alimentación. "Los
impactos dramáticos y peligrosos de esos productos alterados son
conocidos e incluyen la invasión, la desertificación de los suelos, el
agotamiento del agua, el aumento del riesgo de incendios forestales y la
pérdida de biodiversidad", advierten desde Global Justice Ecology Project.
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