Diversas
instituciones y organizaciones sociales, reunidas en Cochabamba ante el
anuncio de la legalización del uso de transgénicos en Bolivia mediante
la ley de revolución productiva se pronunciaron unánime y
contundentemente rechazando este intento.
En una carta al presidente Evo Morales
Ayma, las organizaciones ruralistas de Bolivia le señalan que la
seguridad y soberanía alimentaria se basa fundamentalmente en la
propiedad social de las semillas, base de la producción de alimentos,
recurso vital para cualquier país del mundo.
Ese concepto está muy claro para las
empresas transnacionales de semillas que son también dueñas de los
agroquímicos. Es decir, se trata de todo un paquete tecnológico
destinado a fortalecer el poder de dichas empresas sobre la vida.
Las
mismas tienen muy claro ese objetivo y en torno a ello, especulan con
los alimentos, generando crisis que son agudizadas por la ineficiente
gestión de las políticas agroalimentarias.
Bolivia es uno de los ocho países más
ricos en biodiversidad y recursos genéticos del planeta y como ejemplo
tenemos que nuestro país es centro de origen de muchos recursos
genéticos como es el caso de la papa, el maíz, cereales, frutas, quinua y
otros miles de cultivos andinos y amazónicos, fuente de vida de
nuestros pueblos.
Recursos que son la base de un verdadero
proceso de desarrollo, ya que ninguna persona podría vivir sin alimento,
agua y oxígeno. Por esta razón, el sistema capitalista se apropia de
los mismos, para controlar las economías de los países atrasados como el
nuestro.
La introducción de la soya transgénica a
Bolivia, respondió a intereses particulares y no nacionales. Una prueba
de ello, es que dicho material genético fue introducido de contrabando
por un productor brasileño, el mismo que no fue sancionado y más bien
premiado en la gestión del ex – Presidente Carlos Mesa, con un decreto
interministerial que autoriza temporalmente esta introducción ilegal.
Sin embargo, y cuando los bolivianos
esperábamos lo contrario en el marco del proceso de cambio, en su
gestión de gobierno la siembra de soya transgénica se ha incrementado
del 40 al 85 por ciento, en el marco del comercio “legal” de 48
variedades de soya transgénica, que ha tenido como consecuencia el
incremento de más del 300 por ciento en el uso de herbicidas, fungicidas
e insecticidas, generando un alto impacto social y ambiental en nuestro
país y debilitando la investigación e innovación tecnológica que
durante años llevaron a cabo los centros de investigación y producción
de semillas nacionales.
A más de cinco años de haber autorizado
ilegalmente esta introducción que pone en serio peligro la seguridad y
soberanía alimentaria, además de la competitividad de la soya boliviana
en el mercado internacional, la realidad en el campo nos muestra un
panorama diferente al que nos pintaron las empresas de agronegocios de
semillas transgénicas, las mismas que ha generado más problemas que
soluciones a los productores del sector y que son los siguientes:
1. La soja transgénica es más susceptible a la roya
2. La soja transgénica ha tenido menores rendimientos que la no transgénica
3. La soja transgénica se ha convertido en una maleza resistente a los herbicidas y ahora el productor debe gastar más en herbicidas.
4. La soja transgénica está contaminando los silos y la maquinaria agrícola de los productores que están vendiendo soya no transgénica a Emapa, con graves consecuencias para las empresas procesadoras de alimentos para el consumo humano.
2. La soja transgénica ha tenido menores rendimientos que la no transgénica
3. La soja transgénica se ha convertido en una maleza resistente a los herbicidas y ahora el productor debe gastar más en herbicidas.
4. La soja transgénica está contaminando los silos y la maquinaria agrícola de los productores que están vendiendo soya no transgénica a Emapa, con graves consecuencias para las empresas procesadoras de alimentos para el consumo humano.
Ahora con el proyecto de ley que autoriza
el uso de transgénicos y que pretende aprobar la Asamblea Plurinacional,
le toca el turno al maíz, arroz, trigo, caña, cultivos fundamentales en
la dieta diaria de los bolivianos y base de la seguridad y soberanía
alimentaria.
¿Queremos repetir la experiencia de la soja en otros cultivos?
En la Argentina, se ha recomendado el uso de semillas convencionales de maíz porque no existe diferencia en el rendimiento con el maíz transgénico. Ese stock de semillas transgénicas que no venderán las empresas transnacionales, seguramente serán destinadas a la comercialización en Bolivia, generando contaminación en cientos de variedades de maíz nativo, patrimonio del Estado boliviano y por lo tanto de las comunidades que durante siglos las han conservado, multiplicado y sembrado para la alimentación de millones de bolivianos. ¿De esta manera defenderemos los derechos de la Madre Tierra?
En la Argentina, se ha recomendado el uso de semillas convencionales de maíz porque no existe diferencia en el rendimiento con el maíz transgénico. Ese stock de semillas transgénicas que no venderán las empresas transnacionales, seguramente serán destinadas a la comercialización en Bolivia, generando contaminación en cientos de variedades de maíz nativo, patrimonio del Estado boliviano y por lo tanto de las comunidades que durante siglos las han conservado, multiplicado y sembrado para la alimentación de millones de bolivianos. ¿De esta manera defenderemos los derechos de la Madre Tierra?
En referencia al proyecto de ley de
Revolución Productiva Comunitaria y Agropecuaria que deja abierta la
puerta a la legalización de los cultivos transgénicos existentes y su
ampliación a otros organismos genéticamente modificados,exigimos
claridad en este tema y que se establezca en el contenido de la ley la
prohibición del ingreso, producción, importación, comercialización y
consumo de todos los transgénicos así como los paquetes tecnológicos
vinculados a ellos, de los que forman parte los agrotóxicos, debido a
que:
•Muestra incoherencia con el artículo 255
inciso 8 de la Constitución, la Ley 3525 y fundamentalmente con los
Derechos de la Madre Tierra y el Buen Vivir que su gobierno pregona.
•Las semillas transgénicas acaban con la seguridad y soberanía alimentaria y no con el hambre ya que desplazan a los cultivos destinados a la alimentación humana.
•Las grandes transnacionales del agronegocio y los empresarios latifundistas son los únicos que se enriquecen con los paquetes tecnológicos asociados a los transgénicos, en desmedro de los pequeños productores.
•Está comprobado que los transgénicos y el modelo al que se asocia constituyen un atentado a los derechos humanos y de los pueblos, es un una nueva forma de colonización.
•Las y los campesinos, pueblos y comunidades productoras seguirán perdiendo la propiedad de las semillas, pagando patentes a las empresas transnacionales cuando adquieran las mismas o cuando sus campos se contaminen por los transgénicos.
•La introducción de semilla transgénica atenta contra la fauna y flora microbiana de los suelos y los agroquímicos asociados contaminan el agua y la tierra, por tanto destruyen la Madre Tierra.
•Estudios científicos han demostrado los riesgos para la salud humana que comportan los transgénicos y establecen la aplicación del principio precautorio y por ello varios países, entre otros, Italia, Grecia, Suiza, Alemania y recientemente Perú han declarado moratorias de varios años a los transgénicos.
•Los transgénicos forman parte de un modelo agroexportador que implica monocultivos a gran escala, por tanto la ampliación permanente de la frontera agrícola, destruyendo bosques que no son aptos para la agricultura y que son fuente de biodiversidad y hábitat de los pueblos originarios.
•Las semillas transgénicas acaban con la seguridad y soberanía alimentaria y no con el hambre ya que desplazan a los cultivos destinados a la alimentación humana.
•Las grandes transnacionales del agronegocio y los empresarios latifundistas son los únicos que se enriquecen con los paquetes tecnológicos asociados a los transgénicos, en desmedro de los pequeños productores.
•Está comprobado que los transgénicos y el modelo al que se asocia constituyen un atentado a los derechos humanos y de los pueblos, es un una nueva forma de colonización.
•Las y los campesinos, pueblos y comunidades productoras seguirán perdiendo la propiedad de las semillas, pagando patentes a las empresas transnacionales cuando adquieran las mismas o cuando sus campos se contaminen por los transgénicos.
•La introducción de semilla transgénica atenta contra la fauna y flora microbiana de los suelos y los agroquímicos asociados contaminan el agua y la tierra, por tanto destruyen la Madre Tierra.
•Estudios científicos han demostrado los riesgos para la salud humana que comportan los transgénicos y establecen la aplicación del principio precautorio y por ello varios países, entre otros, Italia, Grecia, Suiza, Alemania y recientemente Perú han declarado moratorias de varios años a los transgénicos.
•Los transgénicos forman parte de un modelo agroexportador que implica monocultivos a gran escala, por tanto la ampliación permanente de la frontera agrícola, destruyendo bosques que no son aptos para la agricultura y que son fuente de biodiversidad y hábitat de los pueblos originarios.
La seguridad y soberanía alimentaria que
tanto le preocupa a Usted y a nosotros se consiguen desmantelando el
modelo primario agroexportador e implementando políticas soberanas que
fortalezcan de manera eficiente, adecuada y ecológicamente sostenible la
producción de los alimentos para los bolivianos.
Tenemos la seguridad de que esta exigencia será positivamente atendida de acuerdo a su política de mandar obedeciendo al pueblo.
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