martes, 5 de agosto de 2014

La investigación de transgénicos en China va más rápido que las aprobaciones

El hecho de que el gigante asiático no haya aprobado ningún cultivo comercial desde 2009 refleja la desconfianza de la opinión pública

A pesar de los avances recientes en investigación, como la nueva cepa de trigo resistente al moho (ver "La edición genética sin transgénesis libra al trigo de una de sus enfermedades"), el sembrado comercial de cosechas transgénicas se ha estancado en China, la nación más poblada del mundo, que pronto tendrá problemas de suministro.
En 2009, el Ministerio de Agricultura del país emitió un certificado de seguridad para dos cepas de arroz resistente a los insectos conocidas como arroz Bt, creadas por el científico de la Universidad Agrónoma de Huazhong en Wuhan (China), Qifa Zhang. El ministerio también aprobó un tipo de maíz que ayuda al ganado a digerir los fosfatos.
Antes de eso se habían aprobado algunas variedades de cosechas menores para su uso comercial. Pero hasta la fecha en China sólo se han plantado cosechas no alimentarias a gran escala, un algodón resistente a los insectos y una papaya resistente a los virus.

Haber dado luz verde a estas nuevas variedades de arroz parece haber tocado un punto sensible de la opinión pública. Se han extendido los rumores en los foros de internet sobre los supuestos peligros medioambientales y para la salud de los alimentos transgénicos cultivados en el país, además de las inmensas importaciones de cereales transgénicos. (Hasta el punto de que los responsables militares de una provincia china prohibieron el uso de aceite de cocina con origen transgénico en la dieta de las tropas). "Necesitamos los transgénicos, pero por ahora nos enfrentamos a una importante oposición de la opinión pública en China.  Esto es un problema", afirma el antiguo director del Instituto de Biotecnología dentro de la Academia China de Ciencias Agrícolas, Dafang Huang.
Mientras, el gobierno intenta dejar de depender de las importaciones aumentando la capacidad productora de cosechas de maíz y soja transgénicas locales en empresas estatales como DBN, que tiene un centro de biotecnología en Pekín (China).
Ahora mismo crece la preocupación por asegurar las provisiones de alimento en todo el mundo. En China viven 1.300 millones de personas. Su población crece, la tierra cultivable se reduce, y la producción por hectárea se ha mantenido básicamente igual a lo largo de la última década. "Será difícil aumentar la producción de alimentos con la tecnología de cultivo tradicional", añade Huang, que estuvo un tiempo cultivando trigo durante la Revolución Cultural.
Como se ha encontrado con una reacción violenta, nacionalista y popular, el arroz modificado aún no se ha plantado oficialmente, aunque abundan los informes de cultivos ilegales. Siendo rigurosos, aunque el arroz tiene el certificado de bioseguridad, aún tiene que superar una última prueba, los ensayos varietales. "Para los ensayos varietales de todas las principales cosechas excepto el algodón, no existen reglas oficiales sobre cómo hacerlo. Parece que el gobierno no tiene ninguna prisa. Probablemente tiene asuntos más importantes entre manos, así que este no es uno con el que quieran lidiar en este momento", explica el director de un centro de investigación conjunto para genética molecular de plantas y biotecnología agrícola entre las universidades de Pekín (China) y Yale (EEUU), Xing-Wang Deng. Deng es uno de los importantes expertos a los que China ha vuelto a atraer al país para establecer laboratorios dentro de un plan gubernamental llamado el "Programa de los 1.000 talentos".
A pesar de las incertidumbres legales, los investigadores chinos han quintuplicado su producción de artículos relacionados con la ciencia de las plantas en la última década, y el aumento constante de los fondos anuales dedicados a la investigación son la envidia de los científicos de otros países. "Podemos investigar, tenemos los recursos suficientes, pero no sé si los científicos chinos pueden producir el producto. El gobierno debería darnos instrucciones más claras o información sobre en qué dirección podemos avanzar", afirma la directora de un grupo de investigación en edición de genes del Laboratorio Clave Estatal de Ingeniería de Células y Cromosomas de Plantas en el Instituto de Genética y Biología del Desarrollo de Pekín, Caixia Gao. 
Hace poco Gao coescribió un artículo sobre cómo añadir la resistencia al moho en trigo usando nuevos métodos de edición genómica. Su método evita crear cultivos transgénicos porque no implica insertar genes de otros organismos en la planta. Y espera que la tecnología evite gran parte de la polémica que rodea a los cultivos transgénicos.
Estos avances recientes en el laboratorio, junto con la certeza de que habrá problemas con el suministro de alimentos, podrían cambiar las cosas, añade Huang. "Soy cautelosamente optimista respecto al desarrollo de transgénicos en China", afirma.
Y si China decide abrir la puerta a los nuevos cultivos comerciales, el impacto podría ser muy grande. El tamaño del país garantiza que cualquier acción reverberará en los mercados y laboratorios de investigación en todo el mundo. "Lo que podemos hacer es esperar al permiso del gobierno. Y probablemente podemos hacer más trabajo de investigación", afirma Huang.
Hay investigaciones que demuestran que algunas de estas investigaciones suponen grandes beneficios. La plantación de algodón resistente a las plagas, que produce una sustancia tóxica para una de sus principales plagas, el gusano del algodón. Las poblaciones de gusano del algodón no han decrecido no sólo en el algodón sino en cultivos no transgénicos cercanos, entre ellos maíz, cacahuetes y soja, reduciendo la necesidad de usar pesticidas y sin afectar a los insectos beneficiosos. Pero no todas las noticias son buenas; ahora una plaga secundaria que no se ve afectada por la toxina es más prevalente, lo que sugiere que los transgénicos no son ninguna panacea.

De:
http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=45739

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