El peor trabajo que tuve no fue aquel en el que no tenía inodoro en
el baño (sino pozo), ni ese en el que tenía que comer acostado en la
cuneta de un sucio barrio industrial porque no había comedor (o era muy
pequeño y la preferencia la tenían los efectivos). El peor trabajo que
tuve fue aquél en el que trabajaba de pie 12 horas diarias (más los
sábados) con turnos rotativos de mañana, tarde y noche en un torno con
control numérico computarizado (CNC), una “maravilla” de la tecnología.
“Lo que pasa, pibe, es que la maquinita que manejás vos no puede
parar nunca, porque es la que le da de comer a todos en la fábrica”,
recuerdo que me decía el jefe de planta como chantaje. Era una máquina
hermosa pero terrible. Una máquina-herramienta computarizada,
programada, que funciona a alta velocidad y con precisión más que
milimétrica (porque el CNC funciona con micrones). Las mordazas
agarraban la pieza de metal y el husillo giraba a alta velocidad (el
máximo establecido es el de 42 mil rpm). Entonces un “cuchillo”, una
herramienta de corte, se abalanzaba sobre la pieza y le iba dando la
forma programada previamente por computadora.
...
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http://www.laizquierdadiario.com/Por-la-jornada-laboral-de-seis-horas-y-contra-Chevron-Monsanto-y-la-Barrick-Gold
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