Las patentes sobre la vida son un tema enormemente controvertido que
sólo ha tenido sentido en las últimas décadas: desde que la propiedad
común - los recursos genéticos mundiales - y la propiedad privada -
fondos de investigación de las empresas dedicadas a la mejora genética
de microorganismos, plantas y animales - entraron en conflicto. Antes de
mediados del siglo XX la tarea de la mejora genética había residido
fundamentalmente en las comunidades campesinas o (más recientemente) en
las universidades e instituciones públicas, y se entendía que los
recursos genéticos mejorados eran de propiedad común y que cualquiera
tenía derecho a aprovecharlos, comerciar con ellos (más bien con los
productos a los que daban lugar) y por supuesto continuar con la labor
de mejora.
Sin embargo, los derechos que puede reclamar un
mejorador cuando obtiene una característica nueva se han visto muy
reforzados con la legislación de las últimas décadas: aunque las
facilidades y el ámbito de aplicación de la patente son máximos cuando
se trata de una variedad obtenida mediante ingeniería genética también
se ha permitido la patente de organismos obtenidos mediante otras
técnicas.
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Más:
http://www.observatorio-omg.org/blog/campa%C3%B1a-europea-%C2%A1no-las-patentes-en-la-cerveza
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