jueves, 28 de marzo de 2013

Cómo afectan los transgénicos en la salud humana

Abeja mano humana
Por: Zazil Carreras
Twitter: @ZazCarreras3_0

Los apicultores de la Península de Yucatán han pedido que esta región del país sea considerada como una zona libre de transgénicos.

De acuerdo a lo que establece el artículo 90 de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, una zona puede ser declarada libre de transgénicos para la protección de productos agrícolas orgánicos y otros de interés de la comunidad que solicite esta categoría, si se puede comprobar que se producen organismos de la misma especie a través de procesos agrícolas orgánicos, y se demuestre científica y técnicamente que no es viable su coexistencia o que no cumplirían con los requisitos normativos para su certificación.


A través de su Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) realizó en 2012 una investigación en localidades del Soconusco con el fin de conocer más la influencia de los transgénicos en la elaboración de miel y determinar con elementos científico-técnicos si era viable la coexistencia entre apicultura y soya transgénica.

Derivado de esa investigación, Ecosur emitió un informe técnico detallado en diciembre de 2012 que desmiente las aseveraciones de AgroBio (asociación civil que congrega empresas desarrolladoras de biotecnología agrícola, cuyos miembros son Bayer, Dow AgroSciences, Monsanto, Pioneer y Syngenta) y demuestra que las abejas sí visitan las flores de soya y -en consecuencia- la gran mayoría de las muestras de miel y de polen contuvieron polen de soya transgénica.

“Los contenidos de polen de soya en las muestras fueron en algunos casos mayores al 40 por ciento del total del polen. Las abejas pecorean en plantíos de soya que distan hasta 2 kilómetros de las colmenas. En algunas muestras cercanas y lejanas de los plantíos de soya se encontraron porcentajes muy altos de polen de soya genéticamente modificada sobre el total del polen de soya.”

Las muestras de miel obtenidas por los investigadores de Ecosur fueron enviadas al prestigiado laboratorio alemán Intertek, donde se determinó que la los plantíos de miel transgénicos y los orgánicos no pueden tener una coexistencia viable.

A pesar de este estudio, el secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Ariel Álvarez Morales, asegura que aunque han recibido algunas solicitudes para establecer zonas libres de transgénicos “hasta donde sabemos no se estaban afectando los derechos de productores de miel orgánica. Ellos son quienes tienen que hacer la solicitud. Es un derecho, una posibilidad. No puede uno ir a decirles que tienen que hacer la solicitud”.
Además de declarar esto, Álvarez aseguró que si la apicultura orgánica tiene algún problema lo van a revisar y “quizá hay que buscar alguna forma de hacer que coexistan las tecnologías”. Refiere que cuando se dieron a conocer las denuncias de los apicultores “no nos quedamos sentados a ver qué pasa. Conseguimos información, fuimos a la Península, buscamos un grupo independiente con expertos que nos pudieran asesorar y se les pagó el estudio. Es gente del Departamento de Apicultura de la Universidad Autónoma de Yucatán. Ellos son los expertos. A ellos les preguntamos, ellos nos corroboraron los datos, ellos nos dijeron que veían muy difícil que hubiera este problema”.

Pero las irregularidades en materia de transgénicos apícolas no sólo se dan en el cultivo mismo, sino en el lugar en el que se llevan a cabo. La reciente autorización otorgada por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), para la siembra comercial de soya transgénica en territorio apícola, dio inicio a una batalla jurídica de las comunidades para revocar el permiso.

“Sucede que las zonas donde están otorgando permisos para sembrar son territorios indígenas. La zona donde ya otorgaron permiso para la siembra comercial es indígena, es donde vivimos nosotros y nadie nos preguntó nuestras razones, si queríamos o no”, acusa Álvaro Mena. Siete amparos fueron interpuestos. Dos de ellos en Yucatán, dos en Campeche, dos en Quintana Roo y uno más en Chiapas.
Aunque el juez otorgó la suspensión de oficio para Campeche mientras se resolvía el amparo, Monsanto, el Senasica y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación impugnaron la decisión. De acuerdo con Fernández, la empresa y las dependencias de gobierno argumentaron, entre otras cosas, que no había riesgo, que el glifosato se utiliza siempre.

El 30 de enero de 2013, el Tribunal Colegiado de Circuito de Campeche revocó la suspensión de oficio y aunque el amparo sigue en curso no hay impedimento para la siembra de soya transgénica a escala comercial en la entidad.

La Sagarpa autorizó a Monsanto la siembra comercial de soya transgénica sobre 253 mil hectáreas. En el territorio liberado habitan 41 mil familias, en su mayoría, indígenas y campesinas que sobreviven de la miel que cosechan. México es el tercer exportador y sexto productor de miel de abeja. La autorización es apenas la última de 15 otorgadas para cultivos transgénicos en las regiones. Los resultados: miel contaminada con polen de organismos genéticamente modificados y el rechazo por parte de su principal mercado, los consumidores de la Unión Europea.

Bajo el argumento de que la liberación al ambiente de soya genéticamente modificada no implica riesgo alguno, el 11 de mayo de 2012 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales emitió un dictamen favorable. Y el 6 de junio, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación aprobó a Monsanto Comercial, S.A. de C.V. (proveedor global de tecnología y productos para la agricultura), el cultivo a escala comercial de su semilla en la Península de Yucatán, la Planicie Huasteca y Chiapas (información en Contralínea número 325).

El permiso se otorgó a pesar de que la siembra piloto y experimental de soya genéticamente modificada habría contaminado 40 toneladas de miel producidas en la Península de Yucatán, como lo demostró el desvío que hicieron los comercializadores del cargamento dirigido originalmente a la Unión Europea, ocurrido en 2012. También, los siete amparos que interpusieron organizaciones y comercializadoras de miel para evitar la nueva autorización.

El riesgo, ahora, es mayúsculo. “Existe una coincidencia geográfica entre las zonas de producción de miel en la Península de Yucatán y los polígonos propuestos de liberación al ambiente de soya genéticamente modificada”, observó la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) en el Análisis de riesgo 007/2012. En éste se lee: “recomendación final: no se considera viable la liberación en los polígonos solicitados”.

México es el sexto productor y tercer exportador mundial de miel de abeja después de Argentina y China. El 85 por ciento de la producción nacional se destina a la Unión Europea, principalmente a Alemania, donde goza de prestigio.

Alrededor de 41 mil apicultores mexicanos, en su mayoría campesinos e indígenas, dependen de la actividad. En 2010 produjeron 55 mil 684 toneladas de miel con un valor de casi 1,726 millones de pesos.

El 90 por ciento de la producción de miel de la Península se exporta y corresponde a cerca del 60 por ciento de toda la miel que sale del país.

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