miércoles, 10 de julio de 2013

La sociedad transalimentada

Andrea González

"Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento" HIPÓCRATES DE COS (460-370 A.C.) MÉDICO GRIEGO

Ir al supermercado aparentemente es una actividad común, dónde sólo arrojamos comida dentro del carrito y nos regresamos a casa para prepararla. Pero desde hace unos 20 años, esta cotidiana visita puede representar riesgos para la salud; pues estamos comprando alimentos transgénicos, muchas veces sin saberlo, ni ser advertidos.

No quiere decir que todos los alimentos sean transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM`s) como también los llaman. Pero es una realidad que cada vez se “fabrican” en un laboratorio más verduras, frutas, lácteos o semillas a las que se les altera la información genética y se les mezcla con la de otras especies para producir mayor cantidad, en un tiempo más corto.

Así, seguramente hemos consumido tomates con genes de cacahuate, papas con células de pescado o carne de vacas que fueron alimentadas con maíz alterado para engordarlas más rápido y no con plantas, que es la base de su alimentación herbívora.

Bueno y a todo esto ¿qué tiene de malo comer unas manzanas o fresas exageradamente grandes y coloridas, muy diferentes a las que se cosechan de manera natural? Ese es precisamente el debate mundial respecto a los alimentos transgénicos: ¿quién sale beneficiado de todo esto?

Los que defienden esta práctica, aseguran que modificando genéticamente a los animales y a las plantas, aumentarían su resistencia al frío y a las enfermedades, esto ayudaría a los campesinos a tener mejores ganancias. Pero sus detractores piensan diferente, comenzando por el hecho de que aun se desconocen los efectos negativos que pueda traer al organismo consumir productos que no fueron creados por la naturaleza, sino por el hombre.

Además, esta tecnología sólo favorece a las grandes empresas extranjeras que los producen y no a los campesinos mexicanos, pues actualmente nuestro país importa el 43% de los alimentos según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Con lo cual, se están desperdiciando nuestro campo y fuerza de trabajo, invirtiendo 15 mil millones de dólares en compras al exterior para completar la canasta básica; cifra muy cercana a los ingresos petroleros, lo que nos coloca en una posición vulnerable

¿Cómo saber que estamos comprando un alimento alterado genéticamente? En México es difícil reconocer entre uno y otro, pues no hay una regulación para advertir a los consumidores; como sucede en la Unión Europea, donde desde el 2004 existe una ley de etiquetado de organismos genéticamente modificados, pero en nuestro país no existe, así que es responsabilidad de cada quién conocer lo que estamos consumiendo y decidir qué productos queremos tener en nuestra mesa.

MÉXICO, PAÍS DEL MAÍZ

Constantemente, grupos ambientalistas se manifiestan en contra de la entrada de maíz transgénico a nuestro país, argumentando que se pondría en riesgo la soberanía alimentaria de México.

Esto sucede porque tres empresas transnacionales ya presentaron solicitudes formales al gobierno de México para cultivar con transgénicos en Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila, Durango y Chihuahua.

Pero ¿cuál sería el problema de que se alterara nuestro símbolo de identidad y parte fundamental en la dieta de los mexicanos? Lo que argumentan estas organizaciones es que al mezclarse pueden contaminar los granos nativos, incluso por vías indirectas como la presencia de insectos o vientos, lo que generaría serios riesgos para los cultivos y para la salud humana.

Otro asunto es que en el caso de que se lleguen a detectar granos transgénicos en cultivos de autoconsumo o pequeños productores; éstos tendrían que pagarle regalías a las grandes transnacionales, como ya ocurre en Estados Unidos.

Si bien estas empresas aseguran que con el maíz transgénico contribuirán a reducir el hambre, lo cierto es que durante milenios, esta planta ha sido suficiente para alimentar a todo un pueblo; el problema recae en un tema de distribución, más que de composición genética.

En el caso de que estas empresas extranjeras lograran entrar a cultivar maíz transgénico a México, estaríamos hablando de un cambio en la historia alimenticia, agropecuaria y cultural de nuestro país. Dejaría de ser el alimento de nuestro pueblo al 100% y en adelante, las tierras de cultivo serán modificadas por siempre, las tortillas, tamales, atole o pozoles contendrán agentes de mutación genética y biológica que modifiquen la estabilidad de los alimentos actuales, de los cuales no podemos saber a ciencia cierta, los efectos que podrían tener en nuestra salud a largo plazo.



http://www.info7.com.mx/editorial.php?id=3495

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