miércoles, 10 de julio de 2013

Severos cuestionamientos al modelo productivo en el Congreso Latinoamericano de Salud Socioambiental

Un profundo debate y análisis sobre la realidad socioambiental de América Latina, y particularmente de Argentina, fue eje del Segundo Congreso Latinoamericano de Salud Socioambiental, que reunió a unos 500 participantes, entre el 24 y 28 de junio en la ciudad de Rosario. 

Del evento participó el titular del Centro de Estudios Nelson Mandela, Rolando Núñez, quien reveló que gran parte de las discusiones giró en torno al modelo agrícola que se ha impuesto en la región, conformado por la combinación de semillas de soja transgénica, fumigaciones aéreas o terrestres, la siembra directa y una alta concentración de la tierra, “lo que ha llevado a la creación de la República Unida de la Soja”, sostiene el boletín elaborado por la Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALT).
 En el Segundo Congreso Latinoamericano de Salud Socioambiental, gran parte de las discusiones giraron en torno al modelo agrícola conformado por la combinación de semillas de soja transgénica, fumigaciones aéreas o terrestres, siembra directa y alta concentración de la tierra.


En el Congreso hubo cuatro conferencias magistrales, dos de las cuales estaban relacionadas con los cultivos transgénicos y su insumo obligatorio: el glifosato. La primera conferencia estuvo a cargo del científico Andrés Carrasco, profesor de la Universidad de Buenos Aires, quien realizó estudios del efecto del glifosato en embriones de anfibios, con “resultados alarmantes”.

Este es el herbicida más usado en el mundo, especialmente desde que se masificó la siembra de soja transgénica resistente a este agrotóxico. En su ponencia, cuestionó la viabilidad de los cultivos transgénicos a largo plazo, desde un punto de vista biológico y evolutivo.

Luego, el doctor Gilles-Eric Serallini hizo su presentación por skype, donde presentó los resultados de su último trabajo sobre los efectos de los alimentos transgénicos y sus agroquímicos asociados en la salud, con especial mención al maíz transgénico resistente a glifosato y al glifosato mismo.

En su estudio a largo plazo con ratas, su equipo de investigación encontró “alarmantes datos sobre envejecimiento prematuro y otras graves alteraciones en la salud de estos animales de laboratorio”.
Contradicciones


La siguiente conferencia magistral estuvo a cargo del periodista español Miguel Jara, quien estudió la industria de los medicamentos.

“En Argentina, sobre todo en la provincia de Santa Fe, tienen un problema enorme con la agricultura industrial y su sistema de producción de monocultivos a base de insumos tóxicos. Aquí llama la atención que empresas comerciantes de agrotóxicos y/o semillas transgénicas como Bayer, Aventis, Novartis o Monsanto tengan o hayan tenido un área de medicamentos y productos sanitarios”, sostuvo.
En ese orden advirtió que “las mismas empresas que nos enferman, vienen luego a vendernos sus fármacos para curarnos”. Por eso fue interesante la mesa redonda del último día, donde decanos de universidades argentinas y uruguayas de Ciencias Médicas debatieron sobre la necesidad de impartir conocimientos en salud y sus determinaciones sociales y ambientales, y no centrarse en la enfermedad y su medicalización. Esto fue reforzado por la ponencia de Damian Verzeñassi sobre la responsabilidad de la academia con la sociedad.

En el seminario se abordaron otros temas relacionados con la salud socioambiental, como la explotación minera de oro y cobre y los profundos cambios que producen en el paisaje, la minería de uranio, los impactos potenciales del fracking, que es la extracción de petróleo a partir de rocas; la industria de la pulpa de papel y la herencia de la industria del asbesto. Todas estas tienen algo en común: utilizan inmensas cantidades de agua en su proceso productivo y los devuelven al ambiente contaminado.

El enorme complejo sojero


Como parte del congreso, fueron varios los participantes que decidieron hacer una suerte de “gira” por el enclave portuario que cubre las poblaciones de San Lorenzo, Timbues y Puerto San Martín, por donde sale el 60% de la soja argentina (y parte de la producción paraguaya, uruguaya y boliviana).
“La actividad en las vías y carreteras es sorprendente. No hay un minuto en el que no pasan de ida o de vuelta, camiones y más camiones. Un poblador dice que por esos poblados circulan diariamente un promedio de dos mil camiones diarios cargando cada uno 30 toneladas de soja, las que son depositados en los grandes buques que entran por el río Paraná”, relataron.

Al revelar detalles, la sorpresa de muchos fue al conocer los silos de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) en la ciudad de San Lorenzo, (80.000 habitantes), donde se almacenan cerca de 240.000 toneladas de soja.

“Los silos están en medio del poblado y nos cuentan que hace tiempo se produjo una explosión que mató a varias personas y provocó daños en las viviendas. Los inmensos silos se unen con su puerto privado”, indicaron.

“Cada gran empresa tiene su puerto, haciendo del río Paraná un territorio ocupado. En sus playas hay puertos, silos y fábricas procesadoras de las grandes cerealeras como Bunge, Cargill, ADM, Vicentín. Asociada al negocio de la soja está la planta de biodiesel de Patagonia Energía y una planta de producción de fertilizantes, para devolver de manera sintética a la tierra los nutrientes extraídos por la soja”, revelaron.

En esa misma región hay además refinerías de YPF, Petrobras y otras empresas petroleras. Por el río entran y salen enormes buques petroleros que sacan el crudo que viene del sur del país. Hay también barcos que ingresan con gas importado y, junto al puerto, miles de camiones de distintas regiones del país, así como de Paraguay para llevar el gas que mueve la economía regional.



http://www.diarionorte.com/article/91631/severos-cuestionamientos-al-modelo-productivo-en-el-congreso-latinoamericano-de-salud-socioambiental-

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