Todos sabemos que vamos a morir, pero nunca preguntamos cuándo vamos a
morir. Hay muchas interrogantes que fácilmente tienen sus respuestas,
pero sentimos miedo de aplicar el rigor de la capciosidad, en las
decisiones cotidianas que definen nuestro presente.
Por qué la Coca-Cola es más adictiva que la cocaína? ¿Por qué el flúor
de Colgate es cancerígeno? ¿Por qué el maíz de Kellogg’s es inorgánico?
¿Por qué la gente engorda con las hamburguesas de McDonald’s? ¿Por qué
Monsanto sigue siendo Monsanto? ¿Por qué el pan Bimbo no huele a pan?
¿Por qué la aspirina Bayer es un placebo farmacéutico? ¿Por qué Nestlé
falsifica los valores nutricionales de sus productos?
Engañar es
un arte tan brillante, como idiotizar la vida de los Seres Humanos. No
es necesario morder una mazorca del maizal para despertar del fatídico
letargo, porque es más divertido que todos los animales fumen
cigarrillos, beban cervezas y griten obscenidades.
Según las sagradas páginas del diccionario, la palabra Veneno se define como la sustancia nociva para la salud, capaz de producir graves alteraciones en los seres vivos, e incluso ocasionar la abrupta muerte.
Todas las preguntas se responden con ácido ortofosfórico, tartrazina,
aspartamo, fluoruro de sodio, bisfenol A, carragenina, fructosa,
arsénico, hidróxido de amonio, glutamato monosódico, sal yodada,
sucralosa, goma xantana, dióxido de titanio, metanol,
carboximetilcelulosa, acesulfame potásico, fenilalanina, acetaminofén,
plomo, y demás componentes primordiales de la artillería química.
...
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http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Los-venenos-de-las-transnacionales
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