El avance de las políticas neoliberales hace que, a nivel mundial, el
mercado comercial de semillas, dominado por las grandes
multinacionales, intente comerle terreno a los sistemas informales que
han funcionado durante siglos: la conservación y mejora de la
biodiversidad agrícola ha dependido tradicionalmente de unos recursos
genéticos que se intercambiaban libremente, y cuya propiedad era
comunal. Para muchas comunidades, asociar la propiedad privada a un tipo
de semilla sigue siendo un concepto extraño.
Esto choca de lleno
con el enfoque globalizado, que entiende las semillas como una mercancía
más que se dirime entre actores que participan en el mercado buscando
un beneficio económico a corto plazo. Las nuevas legislaciones
restringen el intercambio de semillas a aquellas que sean homogéneas (lo
cual no se cumple muchas veces en las variedades tradicionales) y estén
recogidas en un registro: hacer esto con las variedades tradicionales,
además de económicamente inviable, supone ineludiblemente una merma de
la biodiversidad. Quienes quieran seguir intercambiando y vendiendo
semillas que no estén incluidas en este registro (aunque no estén
patentadas por otra empresa) serán penalizados.
Además, como
comentábamos antes, estas nuevas medidas suponen incluir en el régimen
de propiedad privada a bienes que siempre se han considerado comunes, lo
cual atenta contra la base que sustenta la alimentación de muchos
pueblos del planeta.
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Más:
http://www.observatorio-omg.org/blog/tanzania-nueva-ley-criminaliza-el-intercambio-tradicional-de-semillas
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