cotidiano que guía a la huerta comunitaria El Campito, en una plaza de La Plata. Al inicio, los propios vecinos los miraban con recelo, pero ahora se acercan a charlar, trabajar y cosechar tomates, zapallos, lechuga, acelga y cebolla. Autogestión, recuperación del espacio público y autoproducción de alimentos.
Por Lautaro Nuza
¿Cuándo un acto se vuelve un hito? ¿Cómo un cambio, en principio imperceptible, se transforma en ineludible? La odisea de cambiar al mundo y que muchas veces provoca desborde y deja sin aliento. Entonces, la pregunta que interpela: ¿Qué hacer? Y una respuesta que no tarda en llegar: no quedarse quietos, imaginar y construir con otros. Algo de todo eso fue la antesala de una huerta comunitaria en la ciudad de La Plata, un espacio que va desde lo micro (un barrio) a lo macro (otros modos de vida).
Emiliana Gallo es trabajadora social. No supo quedarse quieta cuando en su trabajo le dijeron que no había fondos para seguir con las actividades y que lo único que quedaba era la incertidumbre. Incertidumbre de tiempos violentos.
Y así inició un taller de huerta en el Centro Cultural “El conventillo”. Una iniciativa que salió de ella, en una búsqueda por aplicar sus conocimientos académicos y aquello que la fascina: las plantas.
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