miércoles, 17 de diciembre de 2014

“Hay suficiente investigación científica que evidencia los daños en abejas provocados por los neonicotinoides”


María Elena Rozas es chilena, periodista por la Universidad de Chile, experta en plaguicidas y sus impactos. Actualmente es coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile. Participa en las mesas público privadas de trabajo sobre los convenios de Estocolmo, Rotterdam y SAICM, y desde 1997 asiste a las reuniones de esos convenios. Lucía Sepúlveda es también chilena. Periodista por la Universidad de Chile, especializada en temas ambientales y de derechos humanos. Actualmente es encargada del área de semillas y transgénicos en RAP-Chile. Autora de Chile: la semilla campesina en peligro (2011) y traductora de “Transgénicos: Mitos y Verdades” de Antoniou, Fagan y Robinson (RAP-Chile/Quimantú 2014). ***
¿Qué nuevos episodios existen que permiten reafirmar que en Chile también existe el síndrome del Colapso de las abejas? ¿Dónde se han producido? El último caso del que tenemos datos fiables ocurrió en octubre de este año, en la zona central de Chile, en la comuna de Molina, región del Maule y afectó al apicultor Claudio López, del sector del cerro de Buena Paz, aunque hay muchos otros casos que no se hacen públicos. López es polinizador en huertos frutales de manzanas de exportación. Su vecino –no identificado por el denunciante salvo por su apellido, Larraín– dueño de huertos de manzanas, hizo un raleo de sus árboles con el insecticida SEVIN, altamente peligroso y prohibido en la Unión Europea, siete días después del inicio de la floración, justo a la hora del calor cuando las abejas salen a pecorear. Poco después de eso, se produjo la mortandad de todas las abejas que habían salido de la colmena a buscar sustento. El apicultor no recibió ningún aviso previo sobre la aplicación. El inspector del SAG de Curicó que visitó el lugar 13 días después, ante la denuncia, sostuvo que se trataba de un insecticida cuyo uso es legal, y no tomó muestras de las abejas muertas. Los hechos están registrados en un video subido por el apicultor afectado. Aquí, donde ustedes han señalado, podemos verlo. Exacto. Pocos días después, otro apicultor, identificado como JHPmiel subió a internet “ Polinización en Chile. Muerte de abejas , un video de 17 minutos ilustrando en vivo los efectos de las aplicaciones con fungicidas en huertos de arándanos y manzanos, mostrando abejas muertas o intoxicadas y señalando que no existen buenas prácticas agrícolas en el manejo de huertos de la región de OHiggins pese a los compromisos de la llamada “producción limpia”, asumidos por los productores y exportadores de frutas. El empresario de JHPmiel afirma en su video que los apicultores dejarán de polinizar si no cesan estas malas prácticas de manejo de los huertos frutícolas.

Su colectivo, si no ando errado, exige la inmediata prohibición de los tres insecticidas neonicotinoides, el imidacloprid (Gaucho), clotianidina (Poncho), thiametoxam (Cruizer), de Syngenta y fipronil (Regent, de Bayer/Basf) de la familia de los fenil-pirazoles, y de otros plaguicidas tóxicos para las abejas como el Sevin. ¿Por qué estos insecticidas y plaguicidas en concreto? ¿Para qué suelen utilizarse? Hay suficiente investigación científica y estudios internacionales que entregan evidencia sobre los daños en abejas provocados por los neonicotinoides. En la Unión Europea se ha establecido una moratoria a su uso desde 2013, pero en el intertanto han surgido nuevos estudios que corroboran los fundamentos de esa medida. Por otra parte, la industria productora de estos venenos (Bayer y Syngenta) ha reaccionado demandando a la Comisión Europea por la adopción de estas medidas. Estos insecticidas en los últimos años han remplazado otras moléculas más antiguas y se les vende como de última generación y gran efectividad, sin informar sobre los peligros asociados. Se utilizan en diversos cultivos, especialmente frutales. El Sevin también se utiliza en espárragos, frutilla, maíz, melón, brócoli y en cultivos industriales (monocultivos) de tomates y papas.

¿A quién han dirigido su petición? ¿Han recibido alguna respuesta?
Hemos dirigido una carta/petición al Servicio Agrícola y Ganadero, dependiente del Ministerio de Agricultura, con fecha 6 de noviembre de este año, pero en agosto de 2013 habíamos hecho una comunicación similar dirigida al anterior gobierno de Sebastián Piñera, que no tuvo ningún resultado.
En diciembre, el actual director de SAG Angel Sartori ha respondido esta demanda de RAP-AL sin acoger nuestras peticiones y sosteniendo que ha conformado una mesa de trabajo con el sector apícola para tratar los factores de incidencia en el Síndrome del Colapso de las Colmenas. La respuesta evidencia un enfoque burocrático y no preventivo para enfrentar un problema de la magnitud que denunciamos. En la carta aducen que la etiqueta del producto Sevin señala que es tóxico para las abejas y que no debe aplicarse en la floración, lo cual hace evidente que estas normas no están teniendo efectos prácticos.

RAP-AL… ¿Qué es RAP-AL?
La Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina (RAP-AL), fundada en junio de 1983, es una red de organizaciones, instituciones, asociaciones e individuos que se oponen al uso masivo e indiscriminado de plaguicidas, planteando propuestas para reducir y eliminar su uso.
Fomenta alternativas viables para el desarrollo de una agricultura, socialmente justa, ecológicamente sustentable y económicamente viable, que permita alcanzar la soberanía alimentaria de los pueblos. Asimismo objeta los cultivos transgénicos porque atentan contra la salud y la diversidad biológica.
RAP-AL es el centro regional para América Latina y el Caribe de Pesticide Action Network (PAN), organización establecida en 1982, con oficinas regionales en África, Asia, Europa, América del Norte y América Latina.

¿Y en Chile?
RAP-Chile funciona desde 1993, siendo actualmente la sede encargada de comunicaciones y administración de RAP-AL.

En Chile, han afirmado ustedes, se hace cada vez más notorio el Síndrome del Despoblamiento de las Colmenas (CCD) que amenaza la continuidad de las tareas de polinización. ¿Qué síndrome es ese? Por lo demás, ¿dónde se ubica su efecto dañino?
Según el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) y la Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea, este síndrome se refiere a la desaparición inexplicable y en un corto período de tiempo de la mayor parte de la población de obreras adultas de una colmena, generalmente en primavera, luego de la invernada. Al final sólo queda la reina con una corte de unas pocas abejas recién nacidas. Los primeros reportes en Europa son de las temporadas 2004 y 2005, y en EE.UU. entre los años 2005 y 2006. No obstante, se contabilizan 18 episodios documentados internacionalmente desde 1869.

¿Desde 1869?
Sí, no hay error, desde el siglo XIX. Se han analizado y se habla de múltiples agentes causales, entre los cuales están una mayor carga ambiental de residuos de agroquímicos, especialmente algunos nuevos insecticidas, tales como los neonicotinoides. La industria por su parte aduce que los causantes son patógenos de la abeja, tales como la Varroa y los gobiernos suelen adherir a este planteamiento para evitar enfrentar a la poderosa industria transnacional de los agroquímicos. Lo más fácil para las autoridades y el SAG ha sido echarle la culpa a los propios apicultores, responsabilizándoles de darles alimentos que no son sanos. Hay que mencionar entre estos alimentos la fructuosa, que importan en ocasiones desde Argentina y está hecha con transgénicos.

Lo que ustedes denuncian, ¿en qué modo afecta a la vida y trabajo de los pequeños apicultores chilenos?
En Chile hay más de 10.000 pequeños y medianos apicultores y su quehacer está siendo afectado por las fumigaciones con plaguicidas y la vecindad con monocultivos de la agroindustria y/o de los semilleros transgénicos intensivos en el uso de plaguicidas.
Este problema no sólo afecta la sobrevida de estas familias y de las abejas mismas, sino también tiene que ver con la continuidad de las tareas de polinización, que son claves para la producción de frutas. A nivel de agronegocios hortifrutícolas, sin embargo, la industria plantea con desparpajo que esto se resuelve comprando nuevas colmenas, con total indiferencia del costo ambiental de la muerte de abejas afectadas por este tipo de incidentes.

Han comentado algo antes pero déjenme insistir. ¿Qué empresas producen estos insecticidas y plaguicidas? ¿Producen daños en los seres humanos?
Los tres insecticidas neonicotinoides son fabricados por Syngenta y el plaguicida Fipronil lo es por Bayer. Sevin, involucrado en el incidente que describimos en la comuna de Molina es fabricado por Bayer en muchos países, y también por TKI (en Estados Unidos) y en Chile lo importa y distribuye Monsanto, a través de ANASAC Chile.

Citaban ustedes a un apicultor de apellido López, también lo hacían en un artículo: “Cuando el Sevin mata a las abejas recolectoras… es como si en una casa los niños se quedaran sin papá y mamá, que son los proveedores, sin ellos los pequeños se morirían de hambre. Las abejas de día salen a buscar el alimento. Si no llegan con él a la colmena, no hay forma de alimentar las crías. Es el ciclo que se cumple.” ¿Es así, está bien descrito?
Sí, los apicultores conocen bien su oficio y sobre todo a las abejas. Si el apicultor no tiene recursos para buscar alimentación sana suplementaria, las crías morirán, y eso es lo que ocurre en la inmensa mayoría de los casos. Por eso esto afecta a muchos apicultores y a la larga sólo permanecerían en el negocio los medianos y grandes, con más recursos para defenderse y conseguir nuevas colmenas.

Las autoridades chilenas, ¿qué han hecho hasta el momento? ¿Se han mostrado receptivas en algún momento?
Durante varios años las diferentes autoridades negaron que en Chile hubiera mortandad de abejas, pese a nuestras denuncias de casos muy concretos ocurridos a lo largo de Chile. Hoy persisten en la práctica en negar el hecho, ya que sólo adoptan medidas que han demostrado no tener eficacia, como es capacitar aplicadores de plaguicidas en “uso seguro”, subsidiar acuerdos de “producción limpia” de la industria que tampoco está demostrada y concebir la inocuidad como un conjunto de medidas técnicas que no incorporan el componente del uso de plaguicidas. No hay medidas preventivas que se apliquen.

¿Y eso por qué?
Cada vez que a nivel del Congreso se ha intentado aprobar proyectos de ley que lleven a la prohibición o reducción del uso de plaguicidas peligrosos, la industria agroquímica los ha bloqueado a través de un poderoso lobby y ha logrado para ello el apoyo del Ministerio de Agricultura y en algunos casos (gobierno anterior) también del Ministerio de Salud. Deducimos que debe haber generosos suplementos de fondos reservados por parte de la industria, para asegurar la “fidelidad” de los congresistas respecto de estos temas. En Chile, como se ha denunciado últimamente, no existe obligación legal de dar cuenta de quiénes contribuyeron con fondos para financiar las campañas electorales.

Union Carbide, la industria responsable de uno de los mayores desastres químicos en Bhopal, India, con miles de muertos, también aparece en algunos de sus escritos. Su responsable en Bhopal ha fallecido recientemente, a los 92 años de edad. ¿Qué tiene que ver Union Carbide con lo que estamos comentado?
La marca Sevin es de Bayer en la actualidad pero originalmente fue registrada por Union Carbide, la industria, como usted dice, culpable de uno de los mayores desastres químicos en Bhopal, India, con miles de muertos de los cuales jamás se hizo responsable. En la actualidad más de 100.000 personas siguen sufriendo enfermedades crónicas asociadas a esa tragedia.

Hablan ustedes también de una investigación reciente realizada en Harvard. ¿A qué conclusiones se ha llegado en ese estudio?
La investigación llevada adelante por Chensheng Lu, Kenneth M. Warchol y Richard A. Callahan del Departamento de Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública de Harvard, del Centro Landmark de Boston, Estados Unidos y por la Asociación de Apicultores de Worcester, en Harvard confirma la relación entre muerte de colmenas y uso de este tipo de insecticidas. El estudio ( Sub-lethal exposure to neonicotinoids impaired honey bees winterization before proceeding to colony collapse disorder Exposición subletal a neonicotinoides dañó la invernación de abejas melíferas que fue seguida por el colapso de la colmena de abejas ), publicado en el Bulletin of Insectology, cita al imidacloprid y la clotianidina como muy probablemente “responsables de desencadenar el CCD en las colmenas”, según explica el investigador Chenseng Lu.  

Sus más que razonables demandas, ¿cuentan con algún apoyo ciudadano o están ustedes clamando en el desierto de la racionalidad y en minoría de uno?
En los últimos años, y también debido a la contaminación de la miel por maíz transgénico, hemos estado trabajando en alianza con organizaciones que nuclean a los apicultores, entre ellos la Red Nacional Apícola y la Federación de Productores de Miel, FEDEMIEl.
Por otra parte hay poca investigación independiente a nivel nacional sobre el tema, y la industria busca influir generando alianzas con universidades y organizaciones de agricultores.
Pero el tema es tan grave, que progresivamente ha ido ingresando en la agenda pública y en los medios de comunicación, aunque debemos enfrentarnos a intereses muy poderosos. Sin embargo hay señales a nivel ciudadano que muestran un aumento de la conciencia sobre este tipo de problemas.

Que la conciencia acompañe crecientemente a la ciencia y también a su admirable activismo. Muchas gracias.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes



De:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=193177

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