Se suele decir casi como una herejía,
que el modelo de civilización capitalista está en crisis terminal
(Ornelas, 2012). Entre otras cosas, debido a los nocivos efectos
ambientales y sociales de sus prácticas predatorias globales. Un aspecto
importante de dicha crisis terminal tiene que ver sin duda con la
amenaza para la vida y la biodiversidad que implica la fusión de grandes
empresas de biotecnología (como Bayer-Monsanto), con el papel de la
ciencia al servicio de dichas compañías, así como con el peligro de los
nuevos transgénicos y la necesidad de diversificar y aumentar la
agricultura campesina-indígena, donde los países de la región “Han
perdido soberanía por su dependencia extrema a un puñado de empresas
biotecnológicas” (Ribeiro, 2017).
Hace tan solo veinte años, por ejemplo,
Monsanto no producía semillas, pero hoy es la mayor productora del
mundo. Hace treinta años había más de 7,000 empresas productoras de
semillas, y ahora Monsanto tiene el 25 por ciento del mercado. Así, las
mega-fusiones y oligopolios capitalistas de las últimas décadas, nos
llevan hoy a lo que se ha llamado las seis gigantes genéticas: Monsanto,
Syngenta, Dupont, Dow, Basf y Bayer. Estas empresas, juntas, dominan el
mercado mundial de semillas. Todas son además, productoras de venenos
agrotóxicos, como el famoso “glifosato”, cuyos graves efectos sobre la
salud humana están siendo documentados en los campos de soja (soya) en
Argentina. Es fácil observar entonces los riesgos que estas prácticas
entrañan: primero concentran el mercado y luego comienzan las
megafusiones. Y así, Monsanto-Bayer, Syngenta-ChenChina y Dow-Dupont,
controlan más del 60 por ciento del mercado total de semillas y el 71
por ciento del mercado mundial de agrotóxicos.
...
Más:
http://www.lja.mx/2017/10/biodiversidad-agronegocios-yerbamala/
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