Con tanta información actual y de tan fácil acceso se ha propiciado que
cada vez más personas procuren una mejor nutrición, tratando de adquirir
alimentos del mejor valor biológico y en especial, libre de agentes
tóxicos. Los productos orgánicos cada vez se ofertan más comúnmente,
ahora ya existen productos de animales tratados en forma humanizada o
criados en las mejores condiciones naturales. Adquirimos este tipo de
productos a fin de mejorar nuestra salud y entre más certificaciones
cuenten, más caros son. Esto no debería suceder, ya que la función de
nuestras instancias de gobierno y de salud es vigilar la inocuidad y
beneficio de los productos que se autoricen para la venta, sin embargo,
la realidad dista mucho del ideal.
El 18 de septiembre de 2017 la Gaceta de la UNAM comentó el trabajo
encabezado por la Dra. Elena Álvarez-Buylla Roces, del Instituto de
Ecología y del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM y
publicado en la revista Agroecology and Sustainable Food Systems, donde
demostraron que el 90.4 por ciento de las tortillas que se consumen en
México contienen secuencias de maíz transgénico, así como el 82 por
ciento de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este primordial
alimento de consumo en nuestra cultura, donde, en promedio consumimos
medio kilogramo diario de ese grano en diversas formas y en el cual,
además, se ha encontrado contaminado con el herbicida glifosato.
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http://www.elvigia.net/columnas/2017/10/19/sabemos-comemos-285886.html
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