En cuatro décadas, la versión oficial nunca había cambiado: el glifosato no era cancerígeno.
Esto es lo que concluyen las mayores agencias reguladoras responsables
de evaluar la peligrosidad de un producto antes y después de su
comercialización: la Agencia de Protección Ambiental de los Estados
Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) en Europa, la Autoridad Europea
de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y
Preparados Químicos (ECHA).
Pero
en marzo de 2015 otra organización, la Agencia Internacional para la
Investigación del Cáncer (IARC) de las Naciones Unidas (ONU), llegó a la
conclusión opuesta. Para esta institución de referencia, el herbicida –el
producto estrella de Monsanto y el plaguicida más utilizado en el
mundo– es genotóxico, cancerígeno para los animales y "probable
carcinógeno para el hombre".
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