viernes, 2 de enero de 2015

Transgénicos para la soberanía alimentaria, una propuesta inédita

Los Estados que abrazan la tecnología transgénica pierden soberanía alimentaria pues merma su capacidad de controlar y regular la producción doméstica de alimentos.

En los últimos meses, representantes del agronegocio cruceño y expertos en comercio internacional se han reunido bajo el rótulo de contribuir a la soberanía alimentaria del país. Estos eventos fueron espacios para promover su visión particular sobre el agro y, fundamentalmente, plantear demandas sectoriales ante el Estado. 

Los empresarios del agronegocio plantearon la necesidad de introducir nuevas variedades transgénicas en el país. “En Argentina obtienen 200 quintales de maíz transgénico con una tierra más frágil que la nuestra y nosotros sacamos solo 80 quintales”, afirmó Edilberto Osinaga, gerente general de la Cámara Agropecuaria del Oriente (cao).

Apelar a visiones productivistas ortodoxas resulta siempre un argumento poderoso, al fin y al cabo, ¿quién puede estar en contra de que suban los rendimientos agrícolas en el país? Que esto se logre simplemente con el uso de transgénicos es una pregunta abierta, más aún si se considera que a 10 años de la introducción de soya transgénica en Santa Cruz este no ha sido el caso. 


Los datos de la propia cao muestran que el rendimiento de soya en este periodo se estancó en el nivel más bajo de toda la región (aprox. 1,9 Ton/ha). Lo que se logró con la soya transgénica es reducir los costos de producción e incrementar la ganancia, pues el agronegocio es hacer dinero y su relación con la alimentación es colateral debido a la naturaleza de las mercancías que son producidas.

El uso de transgénicos es cuestionado a nivel global en base a evidencia científica respecto a sus impactos nocivos sobre la salud y el medioambiente: cáncer y pérdida de biodiversidad son los elementos más preocupantes.
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